miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (132) - M. BAJTIN

 TIEMPO Y ESPACIO EN LAS NOVELAS DE GOETHE (14)

 

Hagamos un resumen de nuestro análisis previo de la visión del tiempo de Goethe. Los rasgos principales de esta visión son los siguientes: la fusión de los tiempos (del pasado con el presente), la plenitud y la claridad de los signos visibles del tiempo en el espacio, la imposibilidad de separar el tiempo del suceso del lugar concreto donde tuvo lugar (Localität und Geschichte), la relación visible y esencial entre los tiempos (el pasado en el presente) , el carácter creativamente activo del tiempo (del pasado en el presente y del presente mismo), la necesariedad que caracteriza al tiempo, que liga el tiempo al espacio y a los tiempos entre sí y, finalmente, la inclusión del futuro que concluye la plenitud del tiempo en las imágenes de Goethe, con base en la necesariedad que compenetra el tiempo localizado.

 

Es necesario subrayar y poner de relieve los momentos de necesariedad y de plenitud del tiempo. Goethe, muy apegado al sentimiento del tiempo que surgió en el siglo XVIII y que en Alemania alcanzó su cumbre en Lessing, Winckelmann y Herder, supera en estos dos momentos las limitaciones de la época de las Luces, su abstracta moralidad, su racionalismo y utopismo. Por otra parte, la comprensión de la necesariedad como de una necesidad humanamente creativa e histórica (la “segunda naturaleza”: el acueducto que sirve de puente entre dos montes; véase XI, p. 133) lo separa del materialismo mecanicista de Holbach y otros (véase su reseña del Sistema de la naturaleza en el onceavo libro de Poesía y verdad; X, pp. 48-49). Los mismos momentos marcan también la línea divisoria que separa a Goethe de la historicidad romántica posterior.

 

Todo lo mencionado pone de manifiesto el carácter esencialmente cronotópico de la visión y del pensamiento de Goethe en todas las esferas de su heterogénea actividad. Todo lo que Goethe veía, no lo percibía sub specie aeternitatis como su maestro Spinoza, sino en el tiempo y bajo el poder del tiempo. Pero el poder de ese tiempo es un poder productivo y creador. Todas las cosas, desde la idea más abstracta hasta un guijarro en la orilla del arroyo, llevan en sí un sello del tiempo, están saturadas de tiempo y en el tiempo cobran su forma y su sentido. Por eso en el mundo de Goethe todo sucede muy intensamente: allí no hay lugares muertos, inmóviles, congelados, no existe un fondo invariable, no hay decorado ni ambientación que no participen en la acción y en el proceso (de los acontecimientos). Por otro lado, este tiempo, en todos sus momentos importantes, se localiza en un espacio concreto, se encuentra impreso en él; en el mundo de Goethe no hay sucesos, argumentos, motivos temporales que sean indiferentes en relación con el determinado lugar espacial donde tienen lugar; no hay sucesos que podrían cumplirse en todas partes o en ninguna. En el mundo de Goethe todo es tiempo-espacio, el auténtico cronotopo.

 

De ahí, el irrepetiblemente concreto y visible mundo del espacio humano y de la historia humana, a los cuales se refieren todas las imágenes de la imaginación creadora de Goethe; este mundo en el fondo móvil y la fuente inagotable de la visión artística y de la representación. Todo es visible, todo es concreto, todo es corporal, todo es material en este mundo, y al mismo tiempo todo es intensivo, razonado y creativamente necesario.

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