miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (128) - M. BAJTIN

 TIEMPO Y ESPACIO EN LAS NOVELAS DE GOETHE (10)

 

Detengámonos en el carácter cronotópico de la visión de una localidad, un paisaje en Goethe. Su ojo que ve impregna la localidad de tiempo creativo y históricamente productivo. Como ya hemos dicho, el punto de vista del hombre constructor es el que determina la contemplación y la comprensión del paisaje por Goethe. Su imaginación creadora, con esto, se está frenando, se somete a la necesidad de la región dada, a la férrea lógica de su existencia histórica y geográfica.

 

Goethe ante todo quiere penetrar en esta lógica histórica y geológica de la existencia de la región, y para él esta lógica debe ser desde un principio visible, evidente y llena de sentido. Para eso elaboró su propio modo de orientación inicial.

 

En Poesía y verdad, cuenta lo siguiente en relación con su viaje a Alsacia: “Durante mis aun poco numerosas peregrinaciones por el mundo logré cerciorarme de lo importante que es que uno durante los viajes se informe acerca del curso de las aguas, que pregunte incluso hacia dónde corre el arroyo más pequeño. Gracias a lo cual obtenemos una visión general de la cuenca fluvial en que nos encontramos, adquirimos noción acerca de la correlación entre las alturas y las depresiones y mediante este hilo conductor que ayuda tanto a la vista como a la memoria, nos liberamos con mayor facilidad de la mezcolanza geológica y política de los territorios” (IX, p. 437). Y en el comienzo mismo del Viaje a Italia dice: “La zona se va elevando hasta el mismo Tierschenreit. Las aguas fluyen a nuestro encuentro, en dirección hacia el Eger y el Elba. A partir de Tierschenreit empieza el descenso hacia el sur, y las aguas se precipitan hacia el Danubio. Me oriento muy rápidamente en cualquier localidad apenas logro establecer hacia dónde fluye el más mínimo arroyo o la cuenca fluvial a la cual pertenece. De esta manera se establece mentalmente la relación entre los montes y los valles incluso en las localidades que no pueden abarcarse con la vista” (XI, p. 20). El mismo método para observar regiones está mencionado por Goethe también en los Anales (véase, p. ej., p. 161).

 

El indicio vivo y dinámico de las corrientes de los ríos y arroyos da una noción visible acerca de las cuencas acuíferas del país, acerca de su relieve, acerca de sus fronteras naturales y nexos naturales, acerca de sus vías acuáticas y terrestres, acerca de los lugares fértiles o estériles, etc. No se trata de un paisaje geológico y geográfico abstracto, sino que en este paisaje, para Goethe, se manifiestan las potencias de la vida histórica; se trata de la arena del acontecimiento histórico, es la firmemente trazada frontera de aquel cauce espacial que abrigaría a la corriente del tiempo histórico. Dentro del sistema evidente y visible de aguas, montes, valles, fronteras y caminos se ubica el hombre históricamente activo: construye, avena pantanos, traza caminos a través de los montes y los ríos, extrae minerales, labra los valles fértiles, etc. Está asegurado el carácter esencial y necesario de la actividad histórica del hombre. Y si el hombre emprende guerras, se comprenderá de qué modo las va a llevar (es decir, en este caso también estará presente la necesidad). 

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