Problemática de las drogas (2)
En el siguiente intercambio epistolar se trataron problemas fundamentales
de las drogas.
Bottmingen, 16-XII-1961 (2)
A la inversa es un hecho demostrado que los pensamientos
y sentimientos hacen que en nuestro organismo se formen o se liberen sustancias
como la adrenalina, que a su vez determinan las funciones del sistema nervioso.
Puede suponerse, por consiguiente, que nuestro organismo material puede verse
influenciado y formado por nuestro espíritu del mismo modo que nuestro quimismo
lo hace con nuestra naturaleza espiritual. Cuál es el factor primario, supongo que
podrá resolverse tan pronto como el problema de quién fue primero, el huevo o
la gallina.
Pese a mi intranquilidad respecto de los peligros principales
que entraña la aplicación de sustancias alucinógenas, he proseguido la
investigación de los principios activos de la enredadera mágica mejicana sobre
la que alguna vez le escribí brevemente. En las semillas de esta planta que los
antiguos aztecas denominaban ololiuqui
hemos encontrado sustancias activas que son derivados del ácido lisérgico
muy emparentados con el LSD. Fue un hallazgo casi increíble. Desde siempre me
han entusiasmado las enredaderas. Fueron las primeras flores que cultivé yo
mismo en mi jardincito cuando niño.
Hacer poco leí en un escrito de D. T. Suzuki sobre “El
Zen y la cultura del Japón”, que allí la enredadera tiene un papel muy
importante entre los amantes de las flores, en la literatura y en el arte. Su
breve esplendor le ha servido de rico estímulo a la fantasía japonesa. Suzuki
cita, entre otros, un terceto de la poetisa Chiyo (1702-1775), que una mañana
fue a buscar agua en la casa de sus vecinos, porque…
Mi tina está apresada
por una enredadera,
por eso piso agua.
La enredadera muestra, pues, ambos caminos posibles de cómo influir en el ser de espíritu y cuerpo llamado hombre: en Méjico despliega sus efectos químicos como droga mágica, y en el Japón actúa desde el plano espiritual a través de la belleza de sus cálices.
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