jueves

SAN JUAN DE LA CRUZ (172)

 14 / Dice que en su seno mora secretamente, porque, como habemos dicho, en el fondo de la sustancia del alma es hecho este dulce abrazo. Es de saber que Dios en todas las almas mora secreto y encubierto en la sustancia de ellas, porqure, si esto no fuese, no podrían ellas durar. Pero hay diferencia en este morar y mucha; porque en unas mora solo, y en otras no mora solo, en unas mora agradado, y en otras mora desagradado, en unas mora como en su casa, mandándolo y rigiéndolo todo, y en otras mora como extraño en casa ajena, donde no le dejan mandar ni hacer nada. El alma donde menos apetitos y gustos propios moran es donde Él más solo y más agradado y más como en casa propia mora, rigiéndola y gobernándola, y tanto más secreto mora, cuanto más solo. Y así en esta alma en que ya ningún apetito, ni otras imágenes ni formas ni afecciones de alguna cosa criada moran, secretísimamente mora el Amado, con tanto más íntimo e interior y estrecho abrazo, cuanto ella, como decimos, está más pura y sola de otra cosa que Dios. Y así está secreto, porque a este puesto de abrazo no puede llegar el demonio, ni el entendimiento del hombre a saber cómo es. Pero a la misma alma en esta perfección no le está secreto, la cual siente en sí este íntimo abrazo; pero, según estos recuerdos, no siempre, porque cuando los hace el Amado le parece al alma que recuerda él en su seno, donde antes estaba como dormido; que, aunque le sentía y le gustaba, era como el amado dormido en el sueño; y, cuando uno de los dos está dormido, no se comunican las ineligencias y amor de entrambos hasta que ambos están recordados.

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