por Antonio Lucas
El cantante,
letrista, poeta y pintor deposita un legado en la Caja de las Letras del
Instituto Cervantes
En la versión del tema que Joaquín
Sabina escribió con Enrique Urquijo: -Y nos dieron las diez para
uno; Ojos de gata, para el otro- aquel estallaba a pedradas
los cristales de una sucursal del Banco Hispanoamericano que abrió en
el bar donde otro verano, en un pueblo con mar, se enamoró. "Sé que no
lo soñé/, protestaba mientras me esposaban los municipales". Han
pasado 20 años desde aquella canción y Sabina ha regresado al Hispanoamericano.
Esta vez a su sede central en Madrid, en la calle de Alcalá. Y con distinta
escolta: la presidenta del Congreso, Maritxel Batet; Luis García Montero,
director del Instituto Cervantes (que ocupa la sede de lo que fue aquel banco),
la periodista Nativel Preciado y el poeta Benjamín Prado. El motivo no era
celebrar "el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa",
sino depositar un legado en la Caja de las Letras de la institución. Un legado
fabuloso.
"La verdadera riqueza de un
país es su cultura", arrancó diciendo García Montero. "En ese
sentido, haber convertido la caja acorazada de este edificio antes dedicado a
la banca y el dinero en el depósito de la mejor creación es esencialmente
significativo. Y no hay mayor compromiso con el futuro que saber acoger la
herencia de la gente que ha tenido una aportación cultural a nuestro
mundo". A las 13.21 Joaquín Sabina entraba en el espacio más protegido del
Cervantes y en una de sus taquillas desplegaba su repertorio:
un bombín de la sombrerería londinense Lock & Co. Hatters (la más antigua
del mundo), el manuscrito de la canción Que se llama soledad, unos
dibujos propios, la primera edición de su libro de sonetos Ciento
volando de catorce (publicada por Visor) y la colección completa de la
revista Sur, impulsada en Buenos Aires por Victoria Ocampo, donde
Borges -entre otros-- publicó por primera vez muchos de sus textos. "No sé
de ninguna biblioteca que conserve todos los números de esta revista que empezó
en 1931 y, de manera ininterrumpida, llegó a 1966", dijo Sabina. La
revista desapareció en 1991, pero desde finales de los años 60 se mantuvo sin
periodicidad, de manera errática.
Este es el legado que deposita el
letrista, pintor, poeta y coleccionista. Pero el mediodía dio para más. Sabina
se quitaba y se ponía las gafas de sol. Sabina soltaba risas contra la
atmósfera. Sabina decía cosas: "Ahora que tantas tonterías se sueltan
sobre la Marca España y todo eso, lo que tengo más claro es que nuestra mayor
riqueza es nuestro idioma... Yo no recuerdo un solo momento en mi vida en
que decidiera ser cantante. Mi principal pasión es leer. En mi casa apenas se
escucha música, y menos la mía. A mí me gusta la música buena".
La presidenta del
Congreso reivindicó que la cultura es el faro de costa de España, más allá de
tantos placebos de la actualidad, y reconoció el legado generacional -hacia
adelante y hacia atrás-- de la obra sabiniana. "Tus letras, tu poesía, son
una inmensa colección de recuerdos, de sensaciones vividas, por vivir,
añoranzas y realidades cotidianas... Y tratas grandes tema atemporales: el amor,
la amistad, la pasión o la huella del tiempo que pasa. Pero a la vez tus letras
son hijas de su tiempo y tus canciones se han convertido en un espacio de
memoria en la que se reflejan varias generaciones, incluso las futuras. Puedo
decirte, con seguridad, que mis dos hijas ya no quieren ser princesas".
Ahí Sabina hizo amago de aplaudir.
La parte más cómplice del acto de
entrega del legado fue la tercera, cuando a la tarima subieron Nativel Preciado
y Benjamín Prado. Amigos del cuando entonces del cantante. Preciado
recordó el día en que George Harrison le dio a Sabina cinco libras de propina
en el pub en el que el jienense cantaba durante algunos de los siete
años que vivió en Londres. Era a principios de los 70. Él prometió conservar de
por vida aquel billete. "Pero el afán coleccionista me duró entonces lo
que tarde en llegar al primer pub". Y el autor de Por el bulevar
de los sueños rotos recordó los años de las primeras canciones:
"Cuando regresé de Londres, al morir Franco, me di cuenta de que lo que me
gustaba oír no sonaba en la radio. Y que había una falta de magia en las letras
de las canciones españolas que sonaban entonces, así que intenté dignificar
aquello junto a Javier Krahe".
-
¿Qué te falta en la
vida? ¿O qué le reprochas? preguntó Preciado.
Estoy moderadamente en paz
conmigo. En nuestra generación no queríamos ser adultos porque estos
nos parecían unos hijos de puta. Yo he llegado a los 72 y, afortunadamente,
aun no me considero un hijo de puta.
¿En qué has sido
bueno?
En poco, creo. No soy un
padre, ni un marido, ni un amante ejemplar... Pero soy un amigo leal.
El dinero tampoco
parece haberte importado mucho.
Es verdad. He empezado a pensar en el
dinero hace un par de años, empujado por la edad provecta que tengo. Mi inquietud
en este asunto es pequeño burguesa. Es decir, quiero que a mis hijas les vaya
bien, intentar evitar en lo posible los problemas de una juventud que vive ya
peor que sus padres. Pero a mí, fuera de eso, el dinero no me ha importado
nada. He despilfarrado mucho invitando a mis amigos.
¿Y en este tiempo,
cómo te encuentras?
Me encuentro bien por haber
sobrevivido a todas estas maldades que nos asolan. No he tenido Covid, me he
portado como un ciudadano ejemplar, llevo la mascarilla, sigo fumando y bebiendo...
Sí, estoy bien. Pero no pienso volver a los escenarios hasta que no nos
permitan ir sin mascarilla, y estar más juntos, y levantarnos de los
asientos para bailar. Y me temo que eso no lo tendremos, sobre todo en
Latinoamérica donde están peor que nosotros, hasta dentro de un año y medio.
Pero volveré para decir "hola y adiós".
Benditas sean tus
ganas de vivir, de beber y de volver, respondió Nativel Preciado. Quedaba
el último acto. Y ese fue la lectura al alimón del discurso que Sabina y García
Montero dieron en el Congreso Internacional de la Lengua Española celebrado en
2019 en Córdoba, Argentina:
García Montero: Un idioma de
todos sus hablantes,
Sabina: sin centros ni
doctores dominantes,
G.M.: unido pero
lleno de matices,
S.: diverso pero
sabio en unidad,
G.M.: que alumbra
sus palabras más felices,
S.: igualdad,
libertad, fraternidad,
G.M.: democracia,
razón, constitución,
S.: amor y
corazón, dignidad y alegría,
G.M.: ciencia,
tecnología...
S.: Yo soy más
bien de letras, señoría.
G.M.: Conciencia,
independencia, disidencia,
S.: Educación,
cultura,
G.M: Buena literatura por donde el tiempo vuela.
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