1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
EL SER EN LA NEUROSIS (9)
EMA USLENGHI DE NAGUIL
Caso B (9)
Podríamos pensar que el
destino del telar está bien constituido, si la condición del individuo humano
ya se ha logrado, con un cuerpo propio delimitado en un tiempo y en un espacio,
diacrónico y tridimensional, respectivamente, discriminados el yo y el no-yo,
el afuera y el adentro, asumida la identidad sexual y sus avatares humanos, sus
conflictos; el potencial presentimiento de existencia, de presencia extensa, cósmico,
siendo parte del Todo, percibido por el yo-Ser, podría aportarle al
yo-instancia un sentido de continuidad existencial, siempre sub-yacente a
nuestra estructura humana, discontinua, limitada, finita.
La porosidad a estas
presentaciones dependería del buen ensamblaje en los lugares de encuentro en la
tela entre los hilos de la urdimbre de base, cargada de energía del narcisismo
del Ser, y los hilos entretejidos en el encuentro trófico de la libido sexual y
narcisista. Implicaría tal vez, la necesaria presencia de una madre que ante
los movimientos pulsionales del niño devuelva potente confirmación narcisista
cohesionadora y habilitadora de su desarrollo sexual, pero simultáneamente
porosa y receptiva a las presentaciones del narcisismo del Ser que invisten al
prematuro yo-Ser. Pensamos que en pacientes neuróticos estructurados como
Enrico, la madre o sus sustitutos, no sólo han cumplido esa función, sino que
le han proporcionado una intensa elación, a estos investimentos cósmicos que el
niño recibe, amplificándolos, trascendiendo su condición de individuo madre,
extendiéndose, expandiéndose en madre-presencia-universo.
Decía Enrico:
…“Cuando yo estoy a pleno
con mi pareja, cuando me siento pleno, yo me siento pleno, yo me siento lluvia,
yo me siento viento, yo soy nube, o burbuja de la ola que me salpica… Eso
quisiera recuperar, pero no puedo, salvo por instantes, excepcionales,
discontinuos, efímeros. Estando bien con mi mujer la continuidad se daba”.
“Instantes,
excepcionales, discontinuos, efímeros”. Convocan en nosotros, el artículo de
Freud, “La transitoriedad”. “El valor de la transitoriedad es el de la escasez
del tiempo”. Y para él, este carácter perecedero, es el que permite su mayor
goce. Se refiere a lo perecedero de lo bello y hermoso.
Dice Freud:
…“La representación de
que eso bello y hermoso era transitorio dio a los sensitivos un pregusto del
duelo por su sepultamiento, y puesto que el alma se aparta instintivamente de
todo lo doloroso, sintieron menoscabado su goce de lo bello por la idea de la
transitoriedad”.
Se trataría de “una revuelta anímica contra el duelo. Para el psicólogo, empero el duelo es un gran enigma, uno de aquellos fenómenos que uno no explica en sí mismo, pero a los cuales reconducen otras cosas oscuras. (El subrayado es nuestro).
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