(El problema del Príncipe)
Un santo idiota
es el hombre que
baja
bien la pelota
y después que lo
acosan
los tristes lo
destrozan.
(Blues del chakra
ventral)
Ahora que busco
la soledad completa
ya no me ofusco
si me falta una
amante.
La verdad va
adelante.
(Qué me van a
hablar de amor)
Fueron facciones
las que te
enamoraron
de los rincones
del resplandor
eterno.
Fue más que un
rostro tierno.
(La
pietà de Ma Dame)
Ella sabía
sostener mis
horrores
y los vencía.
Bastaba con
mirarla.
París me enseñó a
amarla.
(La tormenta del
Greco)
Ese chispazo
de tu corazón loco
es un pedazo
de la fe que
pediste.
Tu muralla resiste.
(La placidez
platónica del Taller Torres García)
para Josep Collell
Mi padre horneaba
cuencos
constructivistas
y yo esperaba
la cerámica eterna
en el
taller-caverna.
(La vallejiana
orfandad de Onetti)
Santa María
y el nácar de sus
calles
que Juan lamía
como un caballo triste
cuando el pasto no
existe.
(La espesura de la
esperanza de Juan Carlos Macedo)
Los recovecos
de cada vida flotan
como los flecos
del llanto de un
poeta
que amó la Llama
quieta.
(El pobre Hammett)
Un picahielos
y los ojos de tu
alma
chorreando cielos.
Te perforaron tanto
que se vació el
quebranto.
(Caminando bajo la
lluvia con Espínola Gómez)
Nunca te calles
cuando la verdad
brilla
sobre las calles.
Me lo enseñó
Manolo.
Y hoy sueño menos
solo.
(Oración de un
viejo sapo que aprendió a sufrir)
Y yo te pido
que llegues con la
lluvia
como un latido
ingrávido de gracia
y enjuagues la
desgracia.
(Lo pensó Saulo de
Tarso antes de transformarse en San Pablo)
Porque el diablo se
ve.
Pero la luz del
mundo
sólo podemos verla
cuando la vida
nos rompe los ojos.
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