1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
EL SER EN LA NEUROSIS (6)
EMA USLENGHI DE NAGUIL
Caso B (6)
Duelo
por el objeto.
Duelo
por el yo.
Duelo
por el Ser.
No es el caso de
pacientes como Enrico. Recordemos su relación con Amanda. Relación que hubiera
satisfecho al paciente fronterizo. (“Con Amanda, por ejemplo, uno puede
compartir por momentos, algunas de estas cosas, pero sexualmente no pasa nada,
es un vínculo casi mecánico, eyaculo, pero no hay placer”).
Tampoco es la
desesperante angustia del drogadicto, que fracasadas las identificaciones
primarias y secundarias, intenta buscar en el objeto de la necesidad, el
mediador con el narcisismo del Ser, pero el yo-Ser queda totalmente subsumido
por la poderosa pulsión de muerte y cae en el no-Ser.
Recurriremos a la
conferencia titulada “Un nuevo modelo de la mente” para intentar aproximarnos
al estatuto de la instancia del Ser y las funciones del yo-Ser en la neurosis.
Dice Garbarino:
…”Se trata de un telar
radial cuyos radios se pierden en el infinito en todas las direcciones que
están recorridos por la corriente narcisista originaria. Es a esto a lo
que nosotros hemos llamado narcisismo del Ser.
La vinculación del recién
nacido con la madre va a limitar progresivamente este telar originariamente
limitado, de modo que las identificaciones resultantes de esta vinculación van
a tejer un entramado, es decir que los hilos identificatorios cruzado y
enlazados con la urdimbre de base tejen una tela que delimita una superficie
que proyectada constituiría el yo-corporal, cuyo régimen topológico es
bidimensional.
Este entramado que se
constituye de base va a cubrir progresivamente a esta última de manera que al
finalizar el desarrollo del yo, queda casi enteramente cubierta.
No es una instancia al
modo de las instancias del aparato, como lo son el yo o el Superyo. Están
ahí potencialmente, necesitando de ciertas complacencias del yo para volverse
actual” (El subrayado es nuestro).
En otros textos también
dice Garbarino, refiriéndose al yo-Ser:
“Muy pronto la madre provee
al recién nacido de algún límite, límite abierto en un comienzo, y fruto de
esta interacción madre-niño serán las identificaciones primarias que darán
origen al yo-corporal. Es a este yo de la superficie, descripto por Freud, que
aun no ha diferenciado un adentro y un afuera, que nosotros llamamos yo-Ser,
puesto que se halla en continuidad no limitada con el mundo exterior,
constituyendo una unión del yo corporal con la instancia del Ser…”
Finalizada la
constitución del yo-instancia, el aparato logra percepciones autónomas, diferenciadas,
discontinuas, pasándose de un régimen bidimensional que no distingue representaciones
de percepciones externas, incluidas las temporales que son sincrónicas, a un
régimen tridimensional, con un adentro y un afuera, y un acceso al tiempo
diacrónico, distinguiendo pasado y futuro. Las identificaciones secundarias y
el Superyo, se constituyen después del tránsito por las fases sexuales y los
avatares edípicos. El ser individual se ha constituido.
Podríamos entonces preguntarnos: en pacientes con estructuras neuróticas en que este proceso se ha cumplido, y en los que se presenta la permeabilidad del yo-Ser al narcisismo cósmico, ¿qué complacencias del yo fueron las necesarias para que ese potencial se volviese actual?
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