TEMAS Y MOTIVOS
Usamos estos términos discutibles
-temas, motivos- en el sentido más corriente y aceptado: tema no en el sentido
de fábula, sino en el de una unidad de interés -un personaje, un acontecimiento,
una conducta, etc.- que puede enfocarse o plantearse de maneras muy diversas;
el motivo es una situación, un hecho o eslabonamientos de hechos que se reitera
con variantes que no alteran su estructura fundamental (o los datos
fundamentales) en un autor, una literatura o en escala universal. No siempre es
clara la delimitación. En algún caso puede haber diferencias según se encare
determinado asunto dentro de la literatura tanguística o de la literatura
general. Sucede también que en las letras de tango temas y motivos o motivos entre
sí se acoplan o son independientes.
Entre ellos los hay que
tienen vigencia universal, sea en el ámbito de la literatura llamada culta, sea
en el de la leyenda o de las canciones populares. Casi todos los relacionados
con el amor -con otro tono, vocabulario, ambiente- andan en la literatura del
mundo; el desdeñado que sufre, el traicionado que se venga, no nacen a las
letras con el tango; tampoco la mujer fatal, el amor filial o la nostalgia por
los lugares donde se fue feliz una vez.
En cambio, hay motivos y
temas que sí, son creaciones: el bandoneón, la calle Corrientes, Buenos
Aires, el tango mismo, y también la mujer que triunfa en la vida
nocturna y es enfrentada a su final desastroso, la flor del barrio que se
pierde. Alguno de ellos puede parecer, a partir de la sola enunciación,
identificables con otros de larga fama, pero cuanto más se acerca uno a la
materia más se alejan de todos los parentescos, tal vez porque corresponden a
un mundo cerrado y singular.
Un tema como el de la
madre puede suponerse bastante común y universal como para no permitir
mayor originalidad. Lo singular en este caso está en la proporción de letras dedicadas
a ese tema, proporción que no se halla en otros cancioneros populares más
candorosos y, digamos, más sanos -por lo menos, no nacidos en turbios
arrabales, en prostíbulos y lugares de mala muerte. A ello habría que agregar
algunos de sus rasgos; ya no la idealización, pero el fervor, el amor sin
rebozo, la entrega infantil a su amparo, el llamado, el pedido de perdón dichos
con tal pasión, puestos en bocas de hombres mayores, que vuelven a menudo de un
mundo adulto, depravado, criminal.
Veamos los dos motivos
que alimentan este tema: el hijo arrepentido que vuelve no es ninguna
novedad; lo es, en cambio, lo que acabamos de señalar: el lugar de dónde vuelve
y cómo vuelve, y otro elemento constante: la oposición madre-amante francamente
expuesta en términos de trivialidad. El otro motivo -la hija ingrata que abandona
a su madre- tampoco es novedoso; tal vez lo sea, en cambio, cómo, también
francamente, se presenta a esa hija prostituida. De todos modos, hayan sido
tratados o no, antes o después, en cualesquiera términos, no sería digno de mención
el hecho de que casualmente se los ocupe; lo excepcional es que se hayan
convertido en motivos, que a través de décadas hayan sido fórmulas casi fijas,
permanentes, siempre en favor de su público.
Por otra parte, es claro que, salvo excepciones, cuando el tango se ocupó de temas y motivos universales, los estaba inventando. Pocos le fueron trasmitidos y, a pesar de muchas coincidencias ilustres, se puede afirmar que las influencias más evidentes se manifestaron en una etapa tardía, cuando todo el trabajo creador estaba hecho.
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