sábado

SAN JUAN DE LA CRUZ (169)

 11 / Pero será la duda: ¿cómo puede sufrir el alma tan fuerte comunicación en la flaqueza de la carne, que en efecto no hay sujeto y fuerza en ella para sufrir tanto sin desfallecer? Pues que, solamente de ver la reina Ester al rey Asuero en su trono con vestiduras reales y resplandeciendo en oro y piedras preciosas, temió tanto de verle tan terrible en su aspecto que desfalleció, como ella lo confiesa allí, diciendo, que por el temor que le hizo su grande gloria, porque le pareció como un ángel y su rostro lleno de gracias, desfalleció (Esth. 15,16)- porque la gloria oprime al que la mira cuando no glorifica-; pues, ¿cuánto más habría el alma des desfallecer aquí, pues no es ángel al que echa de ver, sino a Dios, con su rostro lleno de gracias de todas las criaturas y de terrible poder y gloria y voz de multitud de excelencias? De la cual dice Job (26,14) que, cuando oyéremos tan mala vez una estila, ¿quién podrá sufrir la grandeza de su trueno?; y en otra parte dice: No quiero que entiende y trate conmigo con mucha fortaleza, por que por ventura no me oprima con el peso de su grandeza (23,6).

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