jueves

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (40)

 LA DESCRIPCIÓN (3)

 

Paralelismos y anáforas

 

En casi todas las formas cantadas la repetición es un elemento habitual y constante. En el tango, las repeticiones del texto musical -repeticiones de motivos, de frases, de partes enteras- muestran el camino a la letra que muchas veces lo sigue. Sería prolijo citar al azar casos de repetición; las veremos, mejor, en dos de sus formas bien tipificadas: el paralelismo y la anáfora.

 

El paralelismo es usado en todas sus formas posible y corrientemente; lo veremos en las dos opuestas y fundamentales: a) una sentencia expone una idea, un hecho; la siguiente lo reitera con otras palabras, pero guardando una forma paralela a la anterior. La nueva manera de decirlo enriquece con nuevos datos, matices, sentidos, lo dicho:

 

Yo, si a un hombre lo desprecio,

tengo que fingirle amores,

admiración, cuando es necio,

y si es cobarde, temores.

 

Pero sólo nos ocupan aquellos casos en que la sucesión paralela no es el azar de un reiterado decir, sino que es buscada intencionalmente, como un efecto especial, o en que, aun azarosa, sale bien, es feliz:

 

caminito al conchabo,

caminito a la muerte.

 

Cuatro pingos todos negros,

justo como pa un entierro,

cuatro pingos todos negros

como pa cinchar a un muerto;

mas todos en su negrura

tenían su pinta clara

como una estrella en la noche

como el lucero del alba.

 

Tan frecuente o más que esta es la otra forma de paralelismo, aquella en que la segunda sentencia, paralela también en la forma, se opone a la primera, dice lo contrario:

 

Cuando las percantas

mentían que no

mientras las enaguas

batían que sí.

 

Un tropezón

cualquiera da en la vida.

 

por cada copa de más

tengo una pena de menos.

 

Así, de gusto en gusto,

llena de plata,

vos encontrás la vida

color salmón,

pero yo, que soy pobre

como una rata,

la campaneo sin grupo

color carbón.

 

La anáfora es uno de los más frecuentes apoyos del paralelismo; consiste en comenzar varias frases o períodos consecutivos con las mismas palabras. En Copas, amigos y besos la segunda estrofa está hecha a base de dos anáforas: la primera, que comienza -tres veces- por hoy la llevo: la segunda, -cuatro veces-; por un como un:

 

Y hoy la llevo

en mi negro lunatismo

como un grotesco

fantasma de mí mismo;

hoy la llevo

en mis ojos doloridos

como una gota

de llanto contenido.

Y la llevo, Señor,

como un eco que me sigue,

como un sueño hecho cenizas,

como un cargo de conciencia,

como un dedo acusador.

 

La sentencia

 

La sentencia, que condena sabiduría o experiencia en fórmulas concisas de tono generalmente grave, tiene su lugar natural en las piezas reflexivas o admonitorias, aunque puede sobrevenir en cualquier contexto. Por otra parte, en el tango, la sentencia no es siempre grave; muchas veces el tono es casual o burlón, aun condensando amargura:

 

La vida es una milonga.

 

Unos nacen con estrella

y otros nacen con farol.

 

Todo el año es carnaval.

 

Algunas sentencias más una resignación o una forma de manfutismo que las conclusiones o la enseñanza que alguien sacó en limpio:

 

Nunca faltan encontrones

cuando un pobre se divierte.

 

Dale nomás,

dale, que va,

que allá en el horno

nos vamo a encontrar.

 

No pensar ni equivocado

para qué, si igual se vive.

 

Nace el hombre en este mundo

remanyao por el destino.

 

Un tropezón

cualquiera da en la vida.

 

La enseñanza, cuando la hay, es más bien de carácter práctico o normativo, y no siempre loable:

 

Debe ser manso y prudente

quien anda en pagos ajenos.

 

Con llorar nada se gana.

 

Otras repiten a su modo o vuelven a inventar palabras ilustres:

 

Contra el destino

nadie la talla.

 

En las grandezas

que da el dinero

no pongas nunca

tu vanidad.

 

Sabe que es

condición

de varón

el sufrir.

 

O resumen un lugar común del sentimiento:

 

Madre hay una sola.

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