EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: LA NOVELA DE EDUCACIÓN (4)
El cuarto tipo de la
novela de desarrollo es la novela didáctitco-pedagógica. Lo fundamenta alguna
idea pedagógica planteada de una manera más o menos abierta. Este tipo de
novela muestra un proceso educativo en el sentido propio de la palabra. Abarca
obras como Ciropedia de Jenofonte, Telémaco de Fénelon, Emilio
de Rousseau. Pero los elementos del mismo tipo de novela aparecen en otras
novelas de desarrollo, particularmente en Goethe, en Rabelais.
El quinto y último tipo
de la novela de desarrollo es el más importante. En él, el desarrollo humano se
concibe en una relación indisoluble con el devenir histórico. La transformación
del hombre se realiza dentro del tiempo histórico real, con su carácter de
necesidad, completo, con su futuro y también con su aspecto cronotópico. En los
cuatro tipos arriba mencionados, el desarrollo del hombre transcurría sobre el
fondo de un mundo inmóvil, acabado y más o menos sólido. Si en aquel mundo
sucedía algún cambio, era un cambio secundario que no afectaba sus fundamentos
principales. El hombre allí avanzaba desarrollándose, cambiando dentro de los
límites de una sola época. El mundo existente y estable en su existencia exigía
que el hombre se adaptara a él en cierta medida, que conociera las leyes de la
vida y se sometiera a ellas. El hombre se iba desarrollando, el mundo no; el
mundo, por el contrario, era un inmóvil punto de referencia para el hombre en
proceso de desarrollo. La transformación del hombre era, por decirlo así, su
asunto particular, y los frutos de este desarrollo eran también de orden
biográfico particular; en el mundo todo solía permanecer en su lugar. La
concepción misma del mundo como experiencia fue muy productiva para la novela
de educación porque permitía ver el mundo desde un punto de vista que
anteriormente no había sido tocado por la novela, lo cual llevó a una reevaluación
radical de los elementos del argumento novelesco y abrió la novela a los nuevos
y realísticamente productivos puntos de vista acerca del mundo. Pero el mundo
como experiencia y escuela por lo general seguía siendo algo inmóvil y dado: el
mundo cambiaba tan sólo para el estudiante en el proceso de aprendizaje (en la
mayoría de los casos, al final el mundo resultaba ser más pobre y seco de lo
que parecía desde un principio).
Pero en las novelas como Gargantúa y Pantagruel, Simplicissimus y Wilhem Meister, el desarrollo del hombre tiene un carácter diferente. El desarrollo no viene a ser su asunto particular. El hombre se transforma junto con el mundo, refleja en sí el desarrollo histórico del mundo. El hombre no se ubica dentro de una época, sino sobre el límite entre dos épocas, en el punto de transición entre ambas. La transición se da dentro del hombre y a través del hombre. El héroe se ve obligado a ser un nuevo tipo de hombre, antes inexistente. Se trata precisamente del desarrollo de un hombre; la fuerza organizadora del futuro es aquí, por lo tanto, muy grande (se trata de un futuro histórico, no de un futuro biográfico privado). Se están cambiando precisamente los fundamentos del mundo, y el hombre es forzado a transformarse junto con ellos. Esta claro que en una novela semejante aparecerán en toda su dimensión, los problemas de la realidad y de la necesidad y el de la iniciativa creadora. La imagen del hombre en el proceso de desarrollo empieza a superar su carácter privado (desde luego, sólo hasta ciertos límites) y trasciende hacia una esfera totalmente distinta, hacia el espacio de la existencia histórica. Este es el último tipo de la novela de desarrollo, el tipo realista.
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