jueves

HACIA UN TEATRO POBRE (44) - JERZY GROTOWSKI

 

 EXPLORACIÓN METÓDICA (*) (2)

 

JERZY GROTOWSKI

 

(*) Este artículo fue escrito para explicar el objetivo del Instituto Bohr. Fue publicado en Tygodnik Kulturalny (Varsovia, 17, 1967).

 

III

 

Me intereso en el actor porque es un ser humano. Esto plantea dos hechos fundamentales: primero, mi encuentro con otra persona, el contacto, el sentimiento mutuo de comprensión y la impresión que resulta del hecho de abrirse a otro ser, de que tratamos de entenderlo; en suma, la superación de nuestra sociedad. En segundo lugar, el intento de comprenderme a mí mismo a través de la conducta de otro hombre, de encontrarme en él. Si el actor reproduce un acto que le he enseñado, parece que lo he domado. El resultado es una elección banal desde el punto de vista metodológico y, en lo más profundo de mi ser, lo considero un acto estéril porque nada se ha abierto ante mí. Pero si en el curso de una colaboración estrecha llegamos al punto en que el actor, liberado de sus resistencias, se revela profundamente mediante un gesto, considero entonces que desde el punto de vista metodológico el trabajo ha sido efectivo. Entonces me sentiré enriquecido personalmente, porque en ese gesto es perceptible una especie de experiencia humana que me ha sido revelada, algo más bien especial que podría definirse como un destino, como una condición humanos.

 

Lo dicho se refiere a la relación que se establece entre el director y un actor individual, pero si este concepto se extiende a toda la compañía, una nueva perspectiva se abre hasta los límites de la vida colectiva, hasta el terreno común de nuestras convicciones, nuestras creencias, nuestras supersticiones y las condiciones de vida contemporánea.

 

Si este terreno común existe, podremos, con toda sinceridad, llegar inevitablemente a la confrontación de la tradición y la contemporaneidad, del mito y la incredulidad, de lo inconsciente y la imaginación colectiva.

 

No monto una obra para enseñar a los demás lo que ya conozco. Es después de que la producción de la obra se termina, y no antes, cuando me siento más sabio. Cualquier método que no se proyecte hacia lo desconocido es malo. Cuando afirmo que la acción debe comprometer la personalidad entera del actor a fin de que su reacción no sea inerte, no me refiero a algo “externo”, como serían los gestos exagerados o las triquiñuelas. ¿Qué es lo que quiero decir? Es un problema de la esencia más profunda del actor, de una reacción de su parte que le permite revelar una a una las distintas facetas de su personalidad, desde las fuentes biológicas e instintivas hasta el canal de la conciencia y el pensamiento, para alcanzar la cima que es tan difícil de definir y en la que todo se vuelve una unidad. Este acto de develación total del propio ser se convierte en una ofrenda de uno mismo que alcanza a transgredir las barreras y el amor. Yo le llamo a esto un acto total. Si el actor actúa de esta manera, crea una especie de provocación para el espectador.

 

Desde el punto de vista metodológico es efectivo porque le otorga el máximo de condición o poder sugestivos. Evita por supuesto el caos, la histeria, la exaltación. Debe tratarse de un acto objetivo: es decir, un acto desarticulado, disciplinado. Pero por encima y más allá de toda eficacia metodológica, se abre una nueva perspectiva para el espectador: la perfección del actor constituye un acto que trasciende los tibios afectos de la vida cotidiana frente a los conflictos internos entre el cuerpo y el alma, el intelecto y el sentimiento, los placeres fisiológicos y las aspiraciones espirituales. Por un momento el actor se encuentra fuera de los semicompromisos y conflictos que caracterizan nuestra vida diaria.

 

¿Lo ha hecho por el espectador? La expresión “para el espectador” implica cierta coquetería, cierta falsedad, un autorregateo. Es mejor decir “en relación con” el espectador, o quizá hasta a pesar de él. Es en este punto donde radica la provocación.

 

Hablo del método, hablo de la superación de límites, hablo de una confrontación, de un proceso de autoconocimiento y hasta en cierto sentido de una terapia. Este método debe permanecer abierto -su vida misma depende de esta condición- y es diferente para cada individuo. Así debe ser, porque su naturaleza intrínseca exige que sea individual.

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