HACIA UN TEATRO POBRE / JERZY GROTOWSKI (38)
NO ERA TOTALMENTE ÉL (*) (5)
JERZY GROTOWSKI
(*) Este artículo se publicó en Les Temps Modernes (París,
abril de 1967) y en Flourish, el periódico del Royal Shakespeare Theatre
Club (verano de 1967).
Artaud nos enseña una
gran lección que ninguno de nosotros puede rechazar. Esta lección es su
enfermedad. El infortunio de Artaud es que su enfermedad, la paranoia, era
diferente de la enfermedad de su tiempo. La civilización está enferma de
esquizofrenia, que es la ruptura entre la inteligencia y el sentimiento, entre
el cuerpo y el alma. La sociedad no podía permitirle a Artaud estar enfermo de
diferente manera: lo persiguieron, lo torturaron con tratamiento de
electrochoques, trataron de que aceptara el raciocinio discursivo y cerebral,
es decir, de que incorporase la enfermedad de la sociedad a sí mismo. Artaud
definió su enfermedad, con extraordinaria lucidez, en una carta dirigida a
Jacques Rivière: “no soy totalmente yo”. No era totalmente él, era otro. Captó
la mitad de su dilema: cómo llegar a ser uno mismo. Dejó la otra mitad sin
tocar: cómo llegar a ser total, cómo completarse.
No logró atravesar el
profundo golfo que separa las zonas de las visiones (intuiciones) y su mente
consciente, porque abandonó todo lo que fuese ordenado y no hizo ningún intento
para lograr la precisión o el dominio de las cosas: en lugar de ello hizo de su
caos y su autodivisión algo objetivo. Su caos era una imagen auténtica del
mundo. No era una terapia sino un diagnóstico, por lo menos para otras
personas. Sus estallidos caóticos fueron santos porque les permitieron a los
demás llegar al autoconocimiento.
Entre sus sucesores el caos no es ni por asomo santo, ni suficientemente determinado: no tiene razón de existir excepto para esconder algo que no está terminado, para esconder una enfermedad. Artaud le dio expresión a su caos, y eso cambia totalmente las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario