PLANTEO DEL ASUNTO (10)
El apóstrofe (2)
b /1) El consejo. Ya
vimos el consejo incorporado a otras formas, rematando narraciones o retratos.
Aquí no nos ocupan sino aquellas letras que se dedican exclusivamente, o casi,
a aconsejar: Pensalo bien, Atenti, pebeta, Seguí mi consejo. Enfundá la
mandolina. Podrían caber también aquellas otras en que el consejo es el
centro del asunto, y el resto, preparación o derivación suyas: Resignate,
hermano.
Al aconsejar se están
dando las normas de conducta, los modos de vida ejemplares, se están
mencionando los valores éticos. No debe creerse, no obstante, que de su
conjunto se desprenda una determinada moral, por más esquemática, rudimentaria,
limitada que fuese. Los puntos de vista de los diferentes consejeros sólo
coinciden en algunos lugares comunes que más bien son del sentimiento. Las
variantes abarcan un ancho espectro en el que están incluidos la broma:
Piantale
a la leche, hermano,
que
eso arruina el corazón.
Seguí
mi consejo
la mezquina sensatez:
Con
más inteligencia
entrá
a seguirla, viejo,
los
líos hay que verlos,
averiguarlos
bien.
Después,
si es necesario,
jugarse
hasta el pellejo…
Primero,
campaneala
el desenfadado hedonismo:
Se
va la vida,
se
va y no vuelve,
escuchá
este consejo:
si
un bacán
te
promete acomodar,
entrá
derecho viejo.
Pasan
los días,
pasan
los años
y
es fugaz la alegría.
No
pensés
en
dolor ni en virtud,
viví
tu juventud.
Se
va la vida
En broma o en serio, las
más de las veces se aconseja una conducta no por razones morales sino
prácticas:
tirale
el lente a las minas
que
ya estén comprometidas
pa
que te salgan de arriba
y
no te cuesten tovén
Seguí
mi consejo
o sentimentales:
No
te marchés
que
la ilusión es ciega.
Hacele
caso a tu amorcito
que
sabés
que
a nada se le niega.
Pensalo bien
No hay comentarios:
Publicar un comentario