LA NOVELA DE EDUCACIÓN Y SU IMPORTANCIA EN LA HISTORIA DEL REALISMO (1)
HACIA UNA TIPOLOGÍA
HISTÓRICA DE LA NOVELA
Necesidad de un análisis
histórico para el estudio del género de la novela (no un análisis estadístico
formal o normativo). La heterogeneidad del género de la novela. Un intento de
clasificación histórica de sus variedades. Clasificación según el principio de
estructuración de la imagen del héroe: novela de vagabundeo, novelas de puesta
a prueba, novela biográfica (autobiográfica), novela de educación. Ni una sola
variedad histórica concreta puede sostener el principio puro, sino que se
caracteriza por la predominancia de uno u otro principio de representación del
protagonista. Puesto que todos los elementos se determinan mutuamente, el
principio de representación del héroe se relaciona con cierto tipo de argumento,
con una concepción del mundo, con una determinada composición de la novela.
1) Novela de
vagabundeo. El protagonista es un punto que se mueve en el espacio, que
carece de características importantes y que no representa por sí mismo el
centro de atención artística del novelista. Su movimiento en el espacio (el
vagabundeo y en parte las aventuras, que consisten principalmente en pruebas)
permite al artista exponer y evidenciar la heterogeneidad espacial y social
(estática) del mundo (países, ciudades, culturas, naciones, diferentes grupos
sociales y las condiciones específicas de su vida). Este tipo de representación
del héroe y de estructuración de la novela es el naturalismo de la antigüedad
clásica (Petronio, Apuleyo, peregrinación de Encolpio y otros, viajes de Lucio
el asno) y la picaresca europea: Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache,
Franción, Gil Blas y otras. El mismo principio, pero en una forma más
compleja, predomina en la picaresca de Defoe (El capitán Singleton, Moll
Flanders y otras), en la novela de Smollet (Roderick Random, Peregrin
Pickle, Hamfry Clincker). Finalmente, el mismo principio de representación
del héroe fundamenta, en su forma más compleja, algunas variedades de la novela
de aventuras del siglo XIX que continuaron la línea de la picaresca.
La novela de vagabundeo
se caracteriza por una concepción puramente espacial y estadística de la
heterogeneidad del mundo. El mundo es la contigüidad espacial de diferencias y
contrastes; y la vida representa una alternancia de distintas situaciones
contrastantes: buena o mala suerte, felicidad o desdicha, triunfos o derrotas,
etcétera.
Las categorías temporales
están elaboradas muy débilmenete. En la novela de este tipo, el tiempo por sí
mismo carece de sentido sustancial y de matiz histórico; incluso el tiempo
biológico -la edad del héroe, su movimiento desde la juventud, a través de la
madurez hacia la vejez- ora está ausente totalmente, ora apenas está marcado
formalmente. En este tipo de novela sólo se elabora el tiempo de la aventura
que consiste en la contigüidad de los momentos cercanos -instantes, horas,
días- sacados de la unidad del proceso temporal. Las características temporales
habituales en este tipo de novela son las siguientes: “en aquel mismo
instante”, “en el siguiente momento”, “un segundo antes o después”, “llegó
tarde”, “se adelantó”, etc. (cuando se describe una batalla, una contienda, un
motín, un saqueo, una fuga y otras aventuras), “día”, “noche”, “mañana”
aparecen como escenario de la acción para las aventuras. El significado
específico de la noche como tiempo de la aventura, etcétera.
Puesto que el tiempo histórico está ausente, sólo se ponen de relieve las diferencias y contrastes; las relaciones importantes se omiten casi totalmente; no existe la comprensión de la totalidad de tales fenómenos socioculturales como naciones, países, ciudades, grupos sociales, profesiones. De ahí deriva la típica visión de grupos sociales, naciones, países, vida cotidiana ajena como de algo exótico, es decir, estos se presentan como diferencias, contrastes, como lo ajeno. De ahí también el carácter naturalista de esta sub-especie del género de la novela: la fragmentación del mundo en cosas, fenómenos, acontecimientos aislados, que o bien se presentan como contiguos, o bien se alternan. En este tipo de novela la imagen del hombre, apenas apuntada, es tan estática como el mundo que lo rodea. Este tipo de novela no conoce la transformación y el desarrollo del hombre. Si la situación del hombre cambia bruscamente (en la picaresca, el mendigo se convierte en rico, un vagabundo sin nombre se transforma en noble), el hombre mismo sigue siendo igual.
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