jueves

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (24)

 PLANTEO DEL ASUNTO (9)

 

Dramático (6)

 

Retrato

 

Posiblemente de ahí se pasó al retrato en segunda o tercera persona que ocupa innumerables tangos. Estos pueden, en casos, coincidir con la fórmula anterior, como en Ventarrón:

 

                                                           Por tu fama

                                                                por tu estampa,

                                                           sos el malementado del hampa,

  sos el más taura

      de todos los tauras.

             Sos el mismo Ventarrón.

                                                          Quién te iguala

                                                          por tu rango

  en las canyengues

      quebradas del tango

y en la conquista

de los corazones,

si se da la ocasión.

 

Pero a ese elogio sigue la mención, o el vaticinio, de fracasos presentes o futuros. En general, cuando estos retratos son de hombres ‘del ambiente’ el elogio escasea; la tendencia es al escarnio o a la crítica.

 

Se multiplican los modelos y también las maneras de encararlos; el retrato se hace en broma o en serio, con simpatía o desdén, reprochando, moralizando, alabando.

 

A menudo es el retrato de un tipo; los personajes que esquematizó el sainete tomándolos de la no muy extensa pero variada galería que presentaba la realidad fueron ocupados también por el tango. Muchas de las figuras que sus letras diseñan son prototípicas: Maniquí, El quinielero, La maleva, La reina del tango:

 

Flor de noche que al sordo fragor

 del champán descorchado triunfás,

                                           reina loca que un juego de amor

                                           lentamente, bailando, trenzás.

                                          Tu compás es el ritmo sensual

 que en la alfombra retuerce el gotán

                                          y tu pinta elegante y teatral

                                          se muestra orgullosa

                                          junto a tu bacán.

 

No obstante, casi siempre se añade el detalle personal que individualiza al personaje; ya no se trata del tipo sino del individuo representativo de una condición, un destino, una forma de vida, como sucede en Milonguita, Nunca tuvo novio, Mala entraña:

 

Te criastes entre malevos,

malandrines y matones,

                                                   entre gente de avería

                                                   desarrollastes tu acción;

                                                   por tu estampa en el suburbio

florecieron los balcones

y lograstes la conquista

de sensibles corazones

por tu prestigio sentado

de buen mozo y de matón.

 

Mezcla rara de magnate

nacido entre el sabalaje,

vos sos la calle Florida

que se vino al arrabal;

compadrito de mi barrio

que sólo cambió de traje,

siempre pienso si te veo

tirándote a personaje

que sos un misto jaulero

con berretín de zorzal.

 

Malandrín de la carpeta,

te timbeastes de un biabazo

el caudal con que tu vieja

pudo vivir todo un mes;

impasible ante las fichas

en las noches de escolazo

o en el circo de Palermo

cuando a taco y a lonjazo

ves perder por un pescuezo

la moneda que tenés.

 

Y por eso entre el chusmaje

hoy la vas de indiferente

insensible a los halagos

de la vida y el sufrir;

se murió tu pobre madre

y en el mármol de tu frente

ni una sombra ni una arruga

que deschavara elocuente

que tu vieja no fue un perro

y que vos sabés mentir.

 

Pero al final todo cambia

en esta vida rastrera

y se arruga el más derecho

si lo tiran a doblar;

vos que sos más estirado

que tejido de fiambrera

quiera Dios que no te cache

la mala racha fulera,

que si no como un alambre

te voy a ver arrollar.

 

En algunas letras de este tipo ya se prepara el paso siguiente: para caracterizar al personaje se cuenta su vida. Antes de llegar a esto, encontramos algunos retratos más individualizados, más incanjeables, como los de la mujer de Trovas o la de Malena.

 

Sólo excepcionalmente el autor se dedica al mero detalle físico de su personaje; en primer término le interesa sus debilidades y virtudes, sus maneras de actuar y de vivir. Eso está vinculado a cierta tendencia moralizante. En La maleva, en Esta noche me emborracho hay descripción física pero lo que se dice del cuerpo, de la ropa, etc. está poniendo en evidencia una forma de vida y una actitud moral. Ya mencionamos el escarnio o la crítica en el retrato de malevos, y habíamos visto la reflexión o el consejo al final de cualquier narración. No es, pues, una característica exclusiva del retrato, pero es frecuente que este se vea rematado por algún modo de advertencia, de admonición, como vimos en Mala entraña.

 

Hay más; esos finales moralizante son la forma más usual de relacionarse los retratos con un tema con el que están muy ligados: el del paso de los años, la decadencia, la pérdida de la juventud y de sus bienes.

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