PLANTEO DEL ASUNTO (8)
Dramático (5)
Autorretrato
(2)
También en una de las
letras de El apache argentino este se vanagloria de otra condición que
esta clase de tangos difícilmente registran: la del ladrón:
Para
la punga soy fino
y de mucha inteligencia
conocido
por la ciencia
como malevo y dañino.
La policía me tiene
el
escruche bien manyado
Las letras que se van
aplicando a aquellos primeros tangos que no la tenían son en su mayor parte de
este tipo, es decir, una pura jactancia; el hombre hace alarde de sobresalir en
todos o en casi todos aquellos valores que eran los más altos, o los únicos
para ellos: es gran bailarín, domina o enamora a las mujeres, es bravo e
invencible en duelo criollo, temido, tiene larga fama. A veces, se agregan
otros méritos: cantar, vestir bien, poco más.
El ejemplo más completo
debe ser la letra de Don Juan a quien sólo le falta cantar, cosa que
tampoco es segura porque hasta es ‘medio artista’ y que, de todos modos,
compensa con otras cualidades: puede pasar por ‘dotor’, tiene una vista que
hasta dicen que es ‘luz’. Los otros se reparten esas capacidades; la actitud es
la misma:
A mí me llaman El caburé
porque soy
un mozo que me hago temer
donde voy.
El
caburé
Soy
hijo de Buenos Aires
me llaman El porteñito,
el
criollo más compadrito
que en esta tierra nació.
El
porteñito
Y
entre otras cualidades
soy poeta con la pluma,
payador con la guitarra
bailarín de lo mejor.
Y
en los bailes son terror
por lo bravo y compadrón.
El torito
No falta, aunque es
escasa, la figura femenina elogiándose también pero, naturalmente, en los
valores propios de su sexo:
Yo
soy la morocha
la
más agraciada,
la más renombrada
de
esta población.
La morocha
Soy
la paica de San Telmo,
la más papa y retrechera…
Traviesa
Soy
la pebeta
más rechiflada
que en el suburbio
pasó la vida
Soy
el orgullo
del barrio entero…
Arrabalero
Esta forma insistirá a
través del tiempo con variantes: El cuarteador, Soy del noventa, Soy
muchacho de la guardia, A mí me llaman el zorro, etc., a veces con
humillación, nostalgia, como en Trapo viejo:
Yo
soy Trapo viejo,
así se me nombra
y soy una sombra
del guapo de ayer.
Por oposición, alguno se
define sin jactancia ni nostalgia; al contrario, con indiferencia por aquellas
prendas. Dice el protagonista de Por qué soy reo.
Yo
soy un pobre reo
sin cuento
ni leyenda.
Pero la fórmula ha
perdurado en el tango, tal vez más en la milonga, en letras de arrogancia ya
severa, ya juguetona. El tango vuelve a envanecerse de hombría, de dominio, de
fama con respecto a otro sujeto: el tango mismo; a veces, la milonga: Yo soy
el tango, Milonga brava, Por qué:
Yo
soy milonga
sentimental,
mi nombre es macho,
soy el gotán.
Vestí de negro
con funyi claro
y
me quisieron,
me respetaron
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