EL DOCTOR FAUSTO: MONTAJE TEXTUAL (*) (4)
EUGENIO BARBA
(*) Ni una sola palabra
del texto original de Marlowe ha sido cambiada, pero el script se ha rehecho
mediante “montajes” en los que la sucesión de escenas fue modificada; nuevas
escenas se añadieron y algunas de las originales fueron omitidas. Existen notas
de esta producción que Eugenio Barba grabó. Este texto ha sido publicado en la Tulane
Drama Review (Nueva Orléans, t. 24, 1964) y en Alla ricerca del Teatro
Perduto (Marsilio Editori, Padua, 1965).
El Doctor Fausto fue
producido por Jerzy Grotowski. Los trajes diseñados por Waldemar Krygier y la
arquitectura escénica por Jerzy Gurawski. Fausto: Zbigniew Cynkutis; Mefistófeles
el Andrógino: Rena Mirecka y Antoni Jaholkowski; Benvolio: Ryszard Cieslak.
Escena diecisiete:
Fausto es transportado al Vaticano por dos dragones: el doble Mefistófeles.
Escena dieciocho:
Fausto, invisible a los pies del Papa, está presente en un banquete en San Pedro.
La mesa del banquete está construida por los cuerpos del doble Mefistófeles que
recita los Diez Mandamientos. Fausto golpea al Papa despojándolo de su vanidad
y de su orgullo y lo transforma en un hombre humilde: este es el milagro de
Fausto.
Escena diecinueve:
En el palacio del emperador Carlos V, Fausto realiza milagros dentro de la
tradición de las leyendas populares. Divide la tierra y saca de ella a Alejandro
el Grande. Después, Fausto se burla de Benvolio, un cortesano que pretende
matarlo. La ira de Benvolio va dirigida contra las mesas: en realidad quita los
manteles y tira las mesas, pero cree que está desmembrando a Fausto. Faustyo
convierte a Benvolio en un niño pequeño.
Escena veinte:
Regreso al presente: la última cena de Fausto. Fausto empieza su conversión con
sus huéspedes. Ante las súplicas de un amigo que le pide que conjure a Elena de
Troya, desenmascarando mediante alusiones cómicas las funciones biológicas de
la mujer, Elena empieza a hacer el amor con él, dando de inmediato a luz un
niño. Luego, mientras se mantiene en esta posición erótica, se convierte en el
niño que llora. Finalmente se transforma en un niño que mama vorazmente.
Escena veintiuno:
El doble Mefistófeles muestra a Fausto el Paraíso. Hubiese sido suyo si hubiese
seguido los preceptos de Dios: su muerte calmada, buena y piadosa. Luego, ve el
Infierno que le espera: una muerte violenta y convulsiva.
Escena veintidós: Fausto no tiene más que unos minutos de vida. Un largo monólogo que representa su última, su más terrible provocación a Dios.
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