viernes

HACIA UN TEATRO POBRE (30) - JERZY GROTOWSKI

  

 AKROPOLIS: TRATAMIENTO DEL TEXTO (*) (5)

 

LUDWIK FLASZEN

 

(*) Este texto del crítico literario del Laboratorio Teatral ha sido publicado en Pamietnik Teatralny (Varsovia, 3, 1964), en Alla Ricerca del Teatro Perduto (Marsilio Editori, Padua, 1965) y en la Tulane Drama Review (Nueva Orléans, t. 27, 1965).

Akropolis fue producida por Jerzy Grotowski; su colaborador principal en esta producción fue el conocido escenógrafo polaco Josef Szajna, que también diseñó los trajes y la utilería. La arquitectura escénica fue de Jerzy Gurawaki. Principales personajes: Jacob, el arpista, director de la tribu que muere: Zygmunt Molik; Rebecca Casandra: Rena Mirecka; Isaac: Antonio Jaholkowski; Angel Pris: Zbigniew Cynkutis, o Mieczislaw Janowski; Esaú: Ryszard Cieslak.

 

Mito y realidad (4)

 

El teatro pobre

 

En el teatro pobre el actor debe crear por sí mismo una máscara orgánica mediante sus músculos faciales, de tal modo que cada personaje vista el mismo gesto durante toda la obra. Mientras el cuerpo entero se mueve de acuerdo con las circunstancias, la máscara permanece fija en una expresión de desesperación, sufrimiento e indiferencia. El actor se multiplica y se vuelve una especie de ser híbrido que actúa su papel polifónicamente. Las distintas partes de su cuerpo dan rienda suelta a los diferentes reflejos, a menudo contradictorios, mientras que la lengua niega no sólo la voz sino hasta los gestos y la mímica.

 

Todos los actores utilizan gestos, posiciones y ritmos copiados de la pantomima. Cada uno tiene su propia silueta irrevocablemente física, el resultado es una despersonalización de los personajes. Cuando los rasgos individuales se pierden, los actores estereotipos de la especie.

 

Los medios de expresión verbal se han aumentado considerablemente porque se utilizan todas las formas de expresión vocal, empezando con el balbuceo confuso del infante hasta la recitación o la retórica más sofisticada. Gemidos inarticulados, aullidos animales, canciones populares tiernas, cantos litúrgicos, dialectos, declamación de poesía, todo existe. Los sonidos están entretejidos en un conjunto complejo que evoca en la memoria todas las formas del lenguaje, formas que en esta nueva Torre de Babel se advierten en el choque de pueblos extranjeros y lenguajes extranjeros justamente antes del exterminio.

 

La mezcla de elementos incompatibles, combinada con la urdimbre del lenguaje, crea reflejos elementales. Restos de sofisticación se superponen a la conducta animal. Los medios de expresión literalmente “biológicos” se unen a las composiciones más convencionales. En Akropolis la humanidad se ha visto forzada a pasar por un tamiz muy delicado: su textura se ha hecho mucho más refinada.

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