jueves

HACIA UN TEATRO POBRE (29) - JERZY GROTOWSKI

  

 

AKROPOLIS: TRATAMIENTO DEL TEXTO (*) (6)

 

LUDWIK FLASZEN

 

(*) Este texto del crítico literario del Laboratorio Teatral ha sido publicado en Pamietnik Teatralny (Varsovia, 3, 1964), en Alla Ricerca del Teatro Perduto (Marsilio Editori, Padua, 1965) y en la Tulane Drama Review (Nueva Orléans, t. 27, 1965).

Akropolis fue producida por Jerzy Grotowski; su colaborador principal en esta producción fue el conocido escenógrafo polaco Josef Szajna, que también diseñó los trajes y la utilería. La arquitectura escénica fue de Jerzy Gurawaki. Principales personajes: Jacob, el arpista, director de la tribu que muere: Zygmunt Molik; Rebecca Casandra: Rena Mirecka; Isaac: Antonio Jaholkowski; Angel Pris: Zbigniew Cynkutis, o Mieczislaw Janowski; Esaú: Ryszard Cieslak.

 

Mito y realidad (3)

 

La utilería como orquestación dinámica

 

Uno de los principios fundamentales del Laboratorio Teatral es la no dependencia de la utilería escénica. Está absolutamente prohibido introducir en la obra nada que no esté allí: desde el mismo principio. Un grupo de personas y cierto número de objetos se reúnen en el teatro; deben bastar para manejar cualquiera de las situaciones de la obra. No hay “sets” en el sentido usual de la palabra. Se han reducido los objetos indispensables a la acción dramática. Cada objeto debe realizar no el significado sino la dinámica de la obra; su valor reside en sus variados usos. Las chimeneas de las estufas y los desperdicios metálicos se utilizan como decorados y como una metáfora concreta y tridimensional que contribuye a la creación de la visión. Pero la metáfora se origina en la función de las chimeneas de la estufa, surge de la actividad que se invalida a medida que la acción progresa. Cuando los actores abandonan el teatro, abandonan también las chimeneas que han proporcionado una motivación concreta a la obra.

 

Cada objeto tiene usos múltiples. La tina es una tina normal y corriente; por otro lado es una tina simbólica: representa todas esas tinas en que cuerpos humanos fueron procesados para hacer jabón y cuero. Colocada hacia arriba la misma tina se convierte en el altar frente al cual un asilado canta una oración. Colocada en un lugar muy alto, se convierte en el lecho nupcial de Jacob. Las carretillas son instrumentos del trabajo cotidiano; se vuelven ataúdes extraños para transportar los cadáveres. Colocados contra la pared son al mismo tiempo tronos de Hécuba y Príamo. Transformada por la imaginación de Jacob, una de las chimeneas de la estufa se convierte en una novia grotesca.

 

Este mundo de objetos representa los instrumentos musicales de la obra: la cacofonía monótona de la muerte y del sufrimiento sin sentido, el ruido del metal contra el metal, el resonar de los martillos, el rechinido de las chimeneas de la estufa entre las que resuena la voz humana. Unos clavos que tañe un asilado evocan la campana del altar. Hay sólo un instrumento musical concreto, un violín; su Leitmotiv se utiliza como fondo lírico y melancólico para subrayar una escena brutal, o como un eco rítmico de los silbidos y órdenes de los guardias. La imagen visual está acompañada casi siempre por una imagen acústica. El número de objetos de utilería es extremadamente limitado; cada uno tiene múltiples funciones. Se crean mundos con los objetos más ordinarios como en el juego de los niños y en los juegos improvisados. Estamos tratando con un teatro detenido en su etapa embrionaria, en medio de su proceso creativo, cuando el instinto recién despierto elige espontáneamente los instrumentos de su transformación mágica. Un hombre vivo, el actor, es la fuerza creativa que está detrás de todo ello.

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