Los parientes mejicanos del LSD (2)
La seta sagrada teonanacatl (2)
En un escrito de la misma época un dominico, fray Diego Durán, Diego Durán,
relata que en las grandes fiestas de la subida al trono de Montezuma II, el
famoso emperador azteca, en 1502, se consumieron setas embriagadoras.
Un pasaje de una crónica de don Jacinto de la Serna, del siglo XVII, señala
la utilización de estas setas en el marco religioso:
Y lo que sucedió fue que llegó al pueblo un indio del
Tenango, llamado Juan Chichitón… Traía setas que había juntado en las montañas;
con ellas realizó un culto a los ídolos… En una casa, en la que se habían reunido
para celebrar a un santo, toda la noche se tocó el teponastli (instrumento
musical azteca) y se cantó… Después de medianoche, Juan Chichitón, que oficiaba
de sacerdote en este ritual, les dio de comer setas a todos los presentes a
modo de comunión, y bebieron pulque… de modo que todos perdieron la razón, que
era una vergüenza.
En náhuatl, el idioma de los aztecas, estas setas se llamaban “teo-nancatl”,
lo cual puede traducirse como “seta divina”.
Hay indicios de que el uso ritual de estas setas comienza en lejanos
tiempos pre-colombinos. En Guatemala, El Salvador y las linderas regiones
montañosas de Méjico se han encontrado las llamadas piedras de setas. Trátase
de esculturas de piedra con forma de hongo con sombrerete, en cuyo tallo está
esculpido el rostro o la figura de un Dios o un demonio animal. La mayoría
tiene una altura de unos treinta centímetros. Los arqueólogos fechan los
ejemplares más antiguos en el siglo V a C. Una de estas piedras, del período
maya clásico temprano (300 a. C-600 d. C.) se conserva en el Museo Rietberg de
Zurich.
Si la idea de R. G. Wasson es cierta -y hay para ello argumentos
convincentes-, de que hay una conexión entre estas piedras de setas y el
teonanacatl, esto implica que el culto de las setas, el empleo mágico-medicinal
y religioso-ceremonial de las setas mágicas tiene más de dos mil años de antigüedad.
Los efectos embriagadores generadores de visiones y alucinaciones de estos
hongos les parecían obra del diablo a los misioneros cristianos. Por eso
intentaron cortar de raíz este uso. Pero lo lograron sólo en parte, pues hasta
el día de hoy los indios siguen empleando la seta sagrada teonanacatl en secreto.
Curiosamente, durante los siglos siguientes no se prestó atención a los informes de las antiguas crónicas sobre el empleo de hongos mágicos, tal vez porque se los consideraba producto de fantasías de una época supersticiosa.
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