Los parientes mejicanos del LSD (1)
Hacia fines de 1956 una noticia de un diario me despertó un especial
interés. Unos investigadores norteamericanos habían encontrado entre los indios
del sur de Méjico unas setas que se comen durante ceremonias religiosas y generan
un estado embriaguez acompañado de alucinaciones.
La seta sagrada teonanacatl (1)
No se conocía entonces ninguna otra droga que provocara alucinaciones, como
el LSD, salvo el cactus de la mescalina, que también existía en Méjico. Por eso
me habría gustado contactarme con estos investigadores, para llegar a conocer
esas setas en mayor detalle. Pero en aquel breve artículo periodístico faltaban
nombres y direcciones, de modo que me fue imposible obtener más información. De
todos modos seguí pensando en las setas misteriosas, cuya investigación química
hubiera sido una tarea seductora,
Estaba de por medio el LSD, como se comprobó luego, cuando al año siguiente
estas setas hallaron el camino a mi laboratorio sin que yo interviniera.
Por mediación del Dr. J. Durant, el entonces director de la filial de Sandoz
en París, llegó a la dirección de investigaciones farmacológicas de Basilea, la
pregunta del profesor Bleim, director del Laboratoire de Cryptogamie del
Museum National d’Histoire Naturelle de París, de si teníamos interés en
llevar a cabo el estudio químico de las setas alucinógenas mejicanas. Con gran
alegría me declaré dispuesto a emprender esta tarea en mi sección, es decir, en
los laboratorios de investigación de sustancias naturales. Así quedaba
establecida la conexión con los emocionantes estudios de las setas mágicas
mejicanas, cuyos aspectos etnomicológicos y botánicos se habían ya examinado
científicamente en su mayor parte.
La existencia de estas setas mágicas constituyó durante mucho tiempo un
enigma. La historia de su redescubrimiento se describe en Mushrooms, Russia
and History (*) (Pantheon Books, Nueva York, 1957), la obra clásica de la
etnomicología en dos volúmenes muy bien presentados. Es una versión de primera
mano, pues sus autores, el matrimonio de investigadores Valentina Pavlovna y R.
Gordon Wasson tuvieron una participación decisiva en este redescubrimiento. La
siguiente exposición de la historia de estas setas está extraída de la
publicación de los Wasson.
Los primeros testimonios escritos sobre el empleo de setas embriagadoras en
ocasiones festivas o en el marco de ceremonias religiosas y prácticas de
curaciones mágicas se encuentra ya entre los cronistas y naturalistas españoles
del siglo XVI, que llegaron al país poco después que Hernán Cortés conquistara
Méjico. El testimonio más importante es el del franciscano Bernardino de
Sahagún, quien, en su famosa Historia General de las Cosas de Nueva España, escrita
entre 1529 y 1590, cita repetidas veces las setas mágicas y describe sus
efectos y su empleo. Así describe, por ejemplo, cómo unos comerciantes
celebraron la vuelta de un exitoso viaje de negocios con una fiesta de setas.
En la reunión festiva, mientras tocaban las flautas,
comían setas. No ingerían otra comida; durante toda la noche sólo bebían
chocolate. Comían las setas con miel. Cuando las setas comenzaron a dar efecto,
se bailó y lloró… Unos veían en sus visiones, cómo morían en la guerra… otros,
cómo los devoraban las fieras feroces… los terceros, que se enriquecían y
podían comprarse esclavos… los cuartos, cómo cometían adulterios y luego eran
lapidados y les rompían el cráneo… los quintos, cómo se ahogaban en el agua…
los sextos, cómo encontraban la paz en la muerte… otros más allá, cómo se caían
del tejado y morían… Todas estas cosas veían. Cuando disminuyó el efecto de las
setas se reunieron y se narraron unos a otros lo que habían visto en sus
visiones.
(*) Setas, Rusia y la Historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario