PLANTEO DEL ASUNTO (2)
Narrativo (1)
Es mucho más frecuente lo
narrativo. Buena parte de estas letras desarrolla una historia, cuenta una
experiencia propia o ajena, pasada o presente, cómica o dolorosa. A menudo
tampoco se trata de narración pura. Sólo en los casos ejemplares encontramos
cada planteo en estado puro; las distinciones que se pueden hacer nunca son
rígidas. Por ejemplo, de las cuatro estrofas de Consejo de oro las dos
primeras se dedican exclusivamente a contar; en especial la segunda, ejemplo de
esa narración rápida, tan propia del tango, que va cubriendo historia con cada
verso:
Fui
creciendo a la bartola
y
en mis años juveniles
agarré
por el camino
que
mejor me pareció;
me
codié con milongueras,
me
atoré con copetines
y
el mejor de mis amigos
cuando
pudo me vendió.
De
engrupido me hice el guapo;
me
encerraron entre rejas
y
de preso ni un amigo
me
ha venido a visitar;
sólo el rostro demacrado
y
adorado de mi vieja
se
aplastó contra las rejas
para
poderme besar.
Y ahí concluye lo
narrativo; en las dos estrofas que siguen se vierten la reflexión y el ‘consejo
de oro’. Ya mencionamos aquellas letras en que se deja de narrar para
intercalar un discurso, una carta, etcétera, en la segunda estrofa. Pero pese a
estas y a todas las posibles y practicadas combinaciones, son innumerables los
tangos que desde la primera a la última línea están contando, son un
cuento; a veces, el esquema de una novela, a veces, una simple anécdota: El
taita del arrabal, La brisa, Galleguita.
Es posible que la afición
por contar, que en los autores más nuevos se va perdiendo, venga de la vieja
milonga cantada. Las primeras milongas que grabó Gardel, algunas de ellas en
décimas y todas de autores que venían desde antes del tango -Martino, Ricardo,
Maroni-, se ocupan a menudo de contar:
Hace
como una semana
que
un pasiandero mistongo
me
invitó para un bailongo
en
el barrio de las ranas.
Las
principales bacanas
De
toda la población
se
fueron a la función
propiamente
enfaroladas
porque
habían sido invitadas
con
tarjetas de cartón.
La concisión, el poder de síntesis de que hablamos antes son la virtud más notable de algunas de estas narraciones, la que hace posible que en textos tan breves quepa la historia de una carrera, un amor, una vida, pudiendo incluir retratos de personajes, descripciones de lugar o de época, etcétera.
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