miércoles

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (14)

 EL VERSO (3)

 

Los primeros tangos con letra, no sujeta aun a tradiciones o a normales formales muy definidas, se atenían en su escritura al texto musical del que se servían; por eso empleaban el verso corto. De las cinco estrofas de La morocha cuatro son de exasílabos y una, la central, de octosílabos; en Don Juan cuatro son de octosílabos y una de exasílabos; Mi noche triste se compone íntegramente de octosílabos.

 

Por otra parte, siempre ha habido entre los autores quienes separan bien sus versos, entendiendo por separar bien esa sujeción a la música y a cómo se corta naturalmente el texto al ser cantado. Fernán Silva Valdez, Enrique S. Discépolo, Cátulo Castillo, Homero Expósito y muchos otros -por lo menos en piezas aisladas-, sobre todo entre los letristas modernos, tienden a separar sus líneas según la rima y la música mandan:

 

Entre el lento ir y venir

del tango va

la frase dulce

y ella baila en otros brazos

prendida

rendida

por otro amor.

 

A veces el letrista se arriesga a jugar con sus acentos. En La última cita las partes primera y tercera deben repetir sus catorce compases para dar cabida a los veinte versos de las estrofas respectivas: en cada una de estas hay cuatro trisílabos:

 

Pasó

la sombra cruel de una duda

y en el romance de amor

clavó el dolor

su zarpa ruda

y allí

donde tu boca querida

puso el alma en el besar

fue a balbucear

la despedida…

Jardín

que encantadoras promesas

ayer nomás perfumó

hoy es mansión

de mis tristezas…

Ciprés

donde grabamos antaño

juramentos de los dos,

testigo fue

del triste adiós.

 

Normalmente, el acento principal de cada verso golpea sobre el acento principal de un compás, es decir, sobre su primer tiempo, y en el caso de que ese tiempo esté compuesto por más de una nota, sobre la primera nota del primer tiempo. En algunos de los tangos que ya vimos:

 

cam pa neo mi ca tre ra

Amurado

 

mientrasla lu na se re na

Duelo criollo

 

En La última cita, en cambio, los versos aludidos -pasó, y allí, jardín, ciprés- dicen esas dos sílabas sobre dos notas pero con la particularidad de que su acento, invariable y premeditadamente, cae sobre el tiempo débil del compás, creándose al contrario un conflicto entre altura y duración y el acento natural de la medida.

 

Pa

 

Y no sólo sucede esto en los cuatro versos mencionados, sino que continuamente están cayendo acentos de final de verso, los más intensos del texto literario, sobre la nota más débil del compás: la última del segundo tiempo que, eso sí, en todos los casos compensa con duración,

 

que mi vi da sueña  vió que co men

 

De todo esto podemos sacar una conclusión pobre pero tal vez útil: la forma rítmica del tango requiere versos cortos y muy cortos; incluso apoya su ritmo en asonancias de las subdivisiones del verso. De manera que, casi seguramente, toda línea que pase de ocho a nueve sílabas será cantada como dos versos, por lo menos.

 

No se ve bien por qué tantos letristas -¿o son los editores?- distribuyen sus letras sin tener en cuenta su estructura real. Podría pensarse que es una cuestión de espacio, o que se sigue una tradición formal que sólo tiene en cuenta las divisiones más gruesas del texto musical. Es posible que se las escriba de cualquier manera porque ello no tiene mayor importancia, porque tanto da, puesto que la música obligará en la práctica a distribuir esas sílabas correctamente.

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