miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (88) - M. BAJTIN


 EL PROBLEMA DEL AUTOR (7)

 

3 / 4 La sustitución del contexto axiológico del autor por el contexto literario

 

El acto artístico encuentra cierta realidad resistente (elástica, impenetrable), a la que no puede dejar de tomar en cuenta y a la que no puede disolver en sí totalmente. Esa realidad extraestética del personaje llegará a formar parte de la obra como algo ya constituido previamente. La realidad del héroe -de la otra conciencia- es precisamente el objeto de la visión artística que le aporta una objetividad estética a esta visión. Desde luego, no se trata de la realidad de las ciencias naturales (realidad y posibilidad, no importa si física o psíquica), a la que se le opusiese la libre fantasía creadora del autor, sino de la realidad interior de la orientación de la vida en cuanto al valor y al sentido; en ese respecto exigimos del autor una verosimilitud valorativa, un peso valorativo en sus imágenes; no es una realidad cognoscitiva o empírico-práctica sino la realidad del acontecer (un movimiento posible, no físicamente, sino en tanto que evento): este puede ser un acontecimiento de la vida en el sentido del peso valorativo, aunque fuese absolutamente imposible e inverosímil física y psicológicamente (entendiendo la psicología como una rama de las ciencias naturales); así como se mide la verosimilitud artística, la objetividad o fidelidad al objeto, de la oriental vital ético-cognoscitiva del hombre, la verosimilitud del argumento, del carácter, de la situación, de un motivo lírico, etc. Hemos de percibir en la obra la vida resistencia de la realidad del evento del ser; donde no existe esta resistencia, no existe salida hacia el acontecer valorativo del mundo, entonces resulta que la obra aparezca como inventada y absolutamente incapaz de convencer. Por supuesto, no existen criterios objetiva y generalmente significantes para reconocer la objetividad estética; aquí sólo se trata de una persuasión intuitiva. Detrás de los momentos transgredientes de una forma artística hemos de percibir una posible conciencia humana a la que estos momentos son transgredientes y a la que ellos acarician y concluyen; además de nuestra conciencia creadora o participante de la creación, hemos de sentir vivamente otra conciencia, hacia la que se dirige nuestra actividad creadora precisamente como a otra; el sentir eso significa sentir la obra, su capacidad de salvar, su peso valorativo o su belleza. (He dicho: sentir, y sintiendo se puede no comprender teóricamente, con una claridad cognoscitiva.)

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