1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2019
VII.
NEUROSIS
EL
SER EN LA NEUROSIS
HÉCTOR
GARBARINO / RAQUEL VIDAL
¿Tenemos
derecho a suponer la supervivencia de lo originario junto a lo posterior,
devenido desde él?
Sin
duda ninguna.
S.
FREUD / El malestar en la cultura
Caso
A
Introducción
La instancia del Ser,
nacida para dar cuenta de aquellos sujetos que trascienden su condición de individuos,
fue observada inicialmente en lo que respecta a la patología en la psicosis,
donde el desmoronamiento del yo trae como consecuencia la apertura del aparato
psíquico que adquiere entonces otras dimensiones espacio-temporales, y el
narcisismo, perdido el polo de atracción yoica se vuelve entonces sobre el
mundo exterior.
Desde los comienzos hubo
colegas que sostuvieron que esta instancia podía observarse en las neurosis y
en sujetos aproximadamente normales, en circunstancias determinadas. Es que,
como ha señalado Freud (**), no hay nada vivido por el psiquismo que no
sobreviva en él y que en condiciones favorables pueda resurgir. Refiriéndose al
“sentimiento oceánico” de que hablaba Romain Rolland, sostiene que “los
contenidos de la representación adecuados a él serían, justamente, los de la
ilimitación y la atadura con el Todo”, que, para nosotros, constituyen las
presentaciones de la instancia del Ser. Y poco más adelante rastreando el
origen de la actitud religiosa, escribe estas palabras proféticas: “Acaso
detrás se esconda todavía algo, mas por ahora lo envuelve la niebla”.
Nosotros creemos haber
disipado esa niebla al introducir en la metapsicología freudiana, la instancia
originaria del Ser (***). La continuidad sin fisuras infinita y atemporal
vivida con el espacio cósmico durante el nacimiento permanece como añoranza que
en circunstancias favorables vuelve a vivirse.
Nacemos en una instancia
unifuncional, recorrida por la energía narcisista del Ser que nos une al Todo.
Somos al nacer seres infinitos y eternos.
En el principio de
nuestra investigación creíamos que la regresión a esta instancia exigía una
grave perturbación del yo. La experiencia nos ha enseñado que el yo posee la
elasticidad necesaria para desvanecerse y recuperarse sin sufrir serias
perturbaciones.
Mostramos, en un paciente neurótico, el resurgimiento de la instancia del Ser a propósito de la vinculación amorosa del paciente con una mujer.
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