La poesía posee unas reglas donde entra la ciencia, en desvelar cuáles
son esos patrones, esas estructuras que hacen que un poema funcione y otro no.
Los
endecasílabos son versos que nos suenan muy bien en castellano, su estructura
llama la atención a nuestro cerebro, nos gustan, y sobre esto la ciencia y la
neurociencia tienen mucho que decir. Es un ejemplo para explicar que poesía y ciencia son dos formas diferentes de aproximarse a la
realidad pero tienen en común más de lo que parece.
Con motivo del Día de la Poesía, que se conmemora cada 21 de marzo desde
que la Unesco lo adoptó en 1999, la Agencia Efe ha charlado con Francisco
Javier Tapiador, catedrático de Física de la Tierra de la Universidad de
Castilla-La Mancha, decano de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica
(Toledo) y autor de tres libros de poesía, cuatro novelas y varios ensayos.
También acumula una larga trayectoria como divulgador, y dentro del colectivo
'Ciencia a la carta' este doctor en ciencias físicas habla, entre otros temas,
sobre 'La ciencia de la poesía'.
Para empezar, ciencia y poesía son diferentes maneras de aproximarse a
la realidad: la de la ciencia es objetiva, intenta buscar algo que se
pueda medir y que, después, se pueda compartir; y la de la poesía es subjetiva, en cierto modo no se
puede compartir y no tienen por qué estar de acuerdo unos con otros.
Sin embargo, la poesía posee una serie de reglas y ahí es donde entra la
ciencia, en desvelar cuáles son esos patrones, esas estructuras -las más obvias
pueden ser la rima o el ritmo- que hacen que un poema funcione y otro no, que
un poema tenga ritmo, que unos versos se consideren buenos o malos o que haya poetas que nos digan algo y otros nada.
Tapiador señala que todo esto se puede "no cuantificar del todo,
sino entender desde una perspectiva lógica y científica"
y agrega que la poesía es muy anterior al método científico, que surgió a
finales del siglo XVII, pero lo que ha hecho la ciencia "es buscar por qué
nos gusta La Odisea, por ejemplo, o por qué un poema de Garcilaso nos
parece maravilloso".
Hay diferentes herramientas para analizar cómo funciona la poesía desde
un punto de vista científico, como el análisis de Fourier, el análisis
espectral o el análisis funcional, la teoría de conjuntos, la teoría de grafos
o la teoría de complejidad, e incluso la física del caos y la metafísica, que
son técnicas que "poca gente conoce fuera del ámbito de la ciencia",
reconoce. Sin embargo, un ejemplo visible tiene como protagonista a Garcilaso de la Vega, el gran poeta del Siglo de Oro, toledano,
que trajo a España desde Italia los endecasílabos (versos de
once sílabas) cuando hasta entonces eran más habituales los de siete u ocho
sílabas.
Hiedra que por los árboles caminas (Garcilaso)
"Los versos de once sílabas en castellano nos suenan muy bien.
Tienen un sonido y una estructura que llama mucho la atención a nuestro cerebro,
que nos gusta mucho", afirma Tapiador, quien agrega que en francés, por
ejemplo, sucede con los versos de doce sílabas mientras que en inglés deben ser
más cortos.
Dentro de las once sílabas del endecasílabo hay diferentes maneras de organizar los acentos, en base a
las cuales los versos parecen más solemnes, más agitados o incluso angustiosos,
lo que da para toda una teoría en la que siguen afanados los teóricos de la
métrica desde el tratado Terenciano de 1770.
Según este catedrático de Física de la Tierra, "la ciencia y la neurociencia tienen mucho que decir sobre porqué
esas secuencias, esos acentos, esos ritmos, nos entran mejor que
otros" ya que después de la cuaderna vía medieval o los alejandrinos
(catorce sílabas) "hemos llegado a la conclusión de que en castellano los
versos de once tienen un equilibrio perfecto" y "siguen siendo
maravillosos".
E incluso cuando la gente escribe verso libre o verso blanco "sigue produciendo secuencias endecasílabas que, aunque no rimen, tienen ese ritmo que nos produce una sensación especial en nuestra sensibilidad".
Escrito está en mi alma vuestro gesto (Garcilaso)
Tapiador subraya la importancia de enseñar a
leer los versos para estructurar al cerebro: “Cuando a uno le
enseñan a leer poesía y le dicen en qué fijarse, el cerebro se estructura y
permite entender mejor los poemas”. Admite que la poesía puede tener el
prejuicio de parecer "cursi o difícil de entender", algo que en su
opinión se debe a que muchas personas "se quedan en la poesía mala",
en la que él llama "de carpetas de instituto", de eslóganes y típicos
ripios, frente a la cual hay un "mundo enorme" y por descubrir.
"Un mundo que puede proporcionar mucha riqueza y mucha felicidad
porque leer poesía es una actividad muy buena para las personas.
No voy a decir que sea una terapia, pero las artes siempre se han considerado
una parte fundamental de la riqueza de la vida de las personas”, recalca.
Francisco Javier Tapiador escribió sus primeros poemas en la adolescencia, tuvo la suerte de tener dos profesoras "muy buenas", en su etapa escolar y en la universitaria (en ésta última, la profesora de Literatura de España Rosalía Fernández), y desde entonces compagina la literatura con su "otro amor", la ciencia, la física y la geografía.
(Levante / 21-2-2021)
No hay comentarios:
Publicar un comentario