por Lilián Hirigoyen
María Josefina Teodora Plá Guerra Galvany, más conocida como Josefina Plá, fue una poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, locutora radial y periodista. Si bien nació en España, fue llamada la "española de América" debido a que se sintió identificada más con su país de adopción, Paraguay, que con el de su origen.
Escribió poesía, cuento, novela y ensayo, y tuvo gran influencia en los poetas paraguayos. Recibió premios y distinciones por su obra, en la que se destaca la defensa de los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres.
Nació en el Islote de Lobos, en Canarias. Fue hija de Leopoldo Plá y de Rafaela Guerra Galvani. Si bien no existen datos ciertos acerca de la fecha de su nacimiento, uno de sus biógrafos más reconocidos, Raúl Amaral, asegura que fue el 9 de noviembre de 1903. Pasó su infancia y su juventud en diversas ciudades de España, acompañando a su padre que se desempeñaba como funcionario en provincias.
En 1924 conoció en Villajoyosa, Alicante, al pintor y ceramista paraguayo Andrés Campos Cervera, más conocido como Julián de la Herrería, con quien se casaría dos años después. En 1926 llegó a Paraguay y se estableció en el centro de Asunción. Ya desde ese momento incursionó en el ambiente literario, pues presentó sus escritos en el quincenario Juventud, principal vocero de la generación de escritores del postmodernismo paraguayo, colaborando además en revistas de ese país. También realizó periodismo radiofónico y escrito, desde 1927 hasta 1952, fecha en la que abandona el periodismo profesional, pero prosigue con sus actividades a nivel literario y crítico.
En 1935 viaja con su marido a España, y tres años después, muerto él, regresa a Paraguay.
Colabora en importantes publicaciones de las Américas, como "Cuaderno y Revista de Historia de América y México"; "Anales del Instituto de Arte Americano", de Argentina; "Journal of Interamerican Studies", de Estados Unidos, y también en revistas europeas, como "Cuadernos Hispanoamericanos", de Madrid; "Humboldt", de Alemania; "Cuadernos y Cahiers des Amériques Latines", de París, etc.
Durante varios años se dedicó a la investigación del pasado cultural de Paraguay, prácticamente desconocido en ese momento. Fue autora del capítulo correspondiente a ese país en la "Enciclopedia de Arte Americano"
En 1953, bajo el título de "Arte nuevo", puso en marcha la actualización de las manifestaciones plásticas paraguayas.
Por elección personal y sentimental, casi toda su vida adulta la dedicó al Paraguay, su país de adopción, y como lo manifestara más de una vez, investigar el pasado cultural de América era, para ella, una forma de seguir y exaltar la huella espiritual española.
Josefina Plá falleció en Asunción en 1999, después de haber escrito más de cincuenta títulos de poesía, narrativa y teatro, y también de haberse interiorizado en varios temas: la historia social y cultural del Paraguay, la cerámica, la pintura y la crítica, por lo que es considerada como una referente en materia cultural en el Paraguay del siglo pasado.
Un año antes de morir se le concedió la ciudadanía honoraria paraguaya.
Entre otras muchas distinciones, recibió en el mismo año dos reconocimientos: el Gobierno español le otorgó la distinción "Dama de la Orden de Isabel la Católica" y Paraguay le concedió el premio "Mujer del Año".
Forma parte indiscutible de la historia de la poesía paraguaya. Junto a Herib Campos Cervera, estarían destinados a ser los iniciadores de una nueva etapa, la moderna y contemporánea.
El libro que reúne toda su obra poética, Josefina Plá-Poesías completas, editado en 1996, posee un prólogo de Augusto Roa Bastos, en el que, entre otras cosas, dice:
Esta escritora de primer orden, que pudo destacarse ampliamente entre sus iguales y ser una figura representativa en cualquier patria donde la inteligencia y el talento al servicio de una conciencia incorruptible constituyen un honor, prefirió quedarse a trabajar en su humilde retiro paraguayo, porque su vocación y su fe, su amor por esta tierra de su destino, son más fuertes que toda efímera ambición.
A su gloria personal, prefiere el anónimo heroísmo de los que construyen un arte en el desierto [...] Esta es su gloria más pura y perdurable.
Hoy presentamos una pequeña selección de poemas que integran algunos de sus libros: La raíz y la aurora, publicado en 1960; Invención de la muerte, de 1965; Satélites oscuros, de 1966, La llama y la arena, de 1987 y unos pocos poemas de El polvo enamorado, versión tomada de Latido y tortura. Selección poética de Josefina Plá, publicado en 1995 en vida de la autora. El último extracto, XVI, corresponde a Los treinta mil ausentes: elegía a los caídos del Chaco, experiencia que tuvo que ver con su etapa de periodista cuando cubrió para el diario El Liberal, la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. Décadas más tarde, en 1985, las emociones intensas producto de esas vivencias quedarían plasmadas en papel y en su poesía.
CONCEPCIÓN
Me tendrás a tu
lado. Me besarás. Y luego,
como al moreno
cántaro que espera al fin del
surco,
a mi sumiso cuerpo
se alargarán tus
brazos.
Se saciará tu sed:
la exigua sed de un
hombre.
De mi lecho
después, en largas madrugadas
hacer creerás el
blanco camino del
olvido.
Y sin embargo,
ciego piloto de mi
entraña,
conmigo habrás
llegado por una noche
sola,
a la encantada
playa donde no está tu muerte.
Por el nocturno río
caliente de mi sangre
irán tus ojos
lejos, para jamás
volverse,
tu voz prenderá en
roca para perennes
ecos.
Tú no lo sabes,
hombre, tú no lo piensas,
ciego.
Esta noche mi
cuerpo será, ¡oh antiguo
nauta!
el puerto de que
zarpen las naves de otra aurora.
NADIE LE EMPUJA
Nadie le empuja
Nadie lo retiene
nadie le advierte
nadie le cede el paso ni le espera
Indiferentes
le ven pasar con su
sentencia
oculta como un
zorro robado en la cintura
royéndole hasta el
hueco de los dientes
Nadie le impide el
paso ni le espera
porque todos
quisieran ser los últimos
Nadie le toca Nadie
le empuja Llega
solo
llenándose sin
nadie del silencio
de todos los que
llegaron antes
tapiándose de
nombres olvidados
y de palabras sin
respuesta
Llega solo
nadie le empuja
nadie le retiene
porque todos
quisieran ser los últimos
NO INVOQUES LA DE AYER
No invoques la de
ayer porque ya se ha marchado
Desde que tú
partiste murió ya muchas veces
y aunque ha vuelto
a nacer nunca ya fue la misma
Más pequeña más
ingenua más tímida unas veces
otras veces más
sabia más triste, más marchita
Pero siempre
distinta y otra siempre
A veces más
conforme, más llena de mi sangre
como si todo fuese
nuevo todo recién comprado
agua sol y aire y
sombra
Tan conforme que
hasta sonrío al espejo que no
tengo
delante
Y otras veces en
guerra tan en guerra
que mi tacto es
puñal que me agrede las venas
y me hieren las
flores y me acribilla el cielo
y hasta mi propio
cuerpo me lastima
Muero y vuelvo a
nacer cada mañana
la angustiada de
ayer hoy no la busques
La eufórica de hoy
quizá esta misma
noche se suicide
abrazada a su
almohada
PRESENTIMIENTO
La muerte hoy está
lejos O está quizá tan cerca
que es mi misma
piel Es mi temperatura
Está en mí No se
acerca
no puede ya
acercarse porque es ya mi estatura
La masco en el
bocado de la fresca manzana
y la bebo en el
sorbo de agua del arroyo
Me moja como el
baño de la lluvia temprana
y se apoya en mi
pulso y yo en ella me apoyo
Es tan yo que no sé
si es un resto de vida
lo que golpea en mi
pecho o es ella que acompaña
con su tambor de
hueso mi oscura despedida
EL POLVO ENAMORADO
I
... Aquí estuve.
Aquí estoy. Fue un tiempo del cual jamás
hubo memoria,
-porque la tuya con
la mía son una-
Pero yo sé que
estuve, y mi estatura
ahora es perímetro
de huertos.
Yo estuve y sé que
estoy. Yo bato el inaudible tambor
de un antiguo latido
en el ladrillo del
patio, en la corteza del árbol cejijunto,
en la gotera ciega
como el beso;
en la danza del
polvo
que en la raya del
sol sonámbulo enloquece.
Yo estuve y yo
regreso. Por siempre enamorado.
como el viento de
lengua lastimada
aprendo nuevamente
el dócil canto de la primer cigarra,
el crepitar de la
minúscula tijera de la hormiga
o debajo la lengua
del más tibio cordero
suscito la voz
blanda de la primera súplica.
Yo estoy y sé que
estuve. Yo inauguro
hoy el canto olvidado
en la reseca gárgola,
y en tus labios el
pozo de tu primer olvido.
II
Hoy lo aprendí.
Vivir es olvidarlo todo,
y morir aceptar que
todos nos olviden,
para que nadie
muerda con angustia los frutos
ni se desmaye de
dolor al ver volar un pájaro.
Recordar es dejar
colarse en nuestro pecho la mano
que reclama
el préstamo
primero,
y el que recuerda
ya no puede
soñar que bebe toda
el agua que su sed necesita;
ya no puede tener
su muerte pequeña por entero.
III
Inmemorial jornada
donde los soles funden su río
interminable,
donde los ríos
cuelgan sus aortas como efímeros cometas,
y los árboles
siempre prisioneros
dan vuelta a tierra
y cielo, al otro lado azul de todo viaje.
Inmemorial periplo
donde aurora y ocaso sangran un solo
parto
y la arena murmura
al final su miseria pequeña
con la lengua
infinita de la espiga.
...Jornada
madurándose en
rayos como la nube; abriéndose
cual la granada de
oro de las noches.
...Inmemorial
vigilia
LOS 30.000 AUSENTES
XVI
Nacimos herederos
de la muerte
y devolvimos pronto
nuestra herencia
Pasamos como en
sueños
desde una aurora a
otra inmensa y sin
orillas
Sin esperar que el
tiempo
quebrase nuestras
rótulas
o marchitase el
lustre
de follaje en
septiembre en nuestro pelo
Antes de que la
fuente diáfana de los ojos
se convirtiese en charco
mortecino
negado al
resplandor de los luceros
LILIÁN HIRIGOYEN
Escritora, jurado
en el área Letras del Premio Morosoli,
expresidenta de la Casa de los Escritores del Uruguay
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