CAPÍTULO IV / DISOLUCIONES
1 / EL FIN DEL
MICROCOSMOS (2)
Una plegaria azteca que debía recitarse
en los lechos de muerte previene al que parte de los peligros del camino que
lleva al esquelético dios de la muerte, Tzontémoc, “Al que el Pelo se cae”. “¡Oh
hijo! Ya habéis pasado y padecido los trabajos de esta vida; ha sido servido
nuestro señor de os llevar, porque no tenemos vida permanente en este mundo y
brevemente, como quien se caliente al sol, es nuestra vida; hízonos merced
nuestro señor que nos conociésemos y conversásemos los unos a los otros en esta
vida y ahora, al presente ya os llevó el dios que se llama Micthentecult y por
otro nombre Aculnahuávatl o Tzont, y la diosa que se dice Mictecacihuatl, ya os
puso por su asiento, porque todos nosotros iremos allá, y aquel lugar es para
todos y es muy ancho, y no habrá más memoria de vos… y ya os fuisteis al lugar
oscurísimo que no tiene luz, ni ventanas, ni habéis más de volver ni salir de
allí, ni tampoco más habéis de tener cuidado y solicitud de vuestra vuelta.
Después de os haber ausentado para
siempre jamás, habéis ya dejado a nuestros hijos, pobre y huérfanos, y nietos,
ni sabéis cómo han de acabar, ni pasar los trabajos de esta vida presente; y nosotros
allá iremos adonde vos estuviéreis antes de mucho tiempo.”
Los ancianos y oficiales aztecas
preparaban el cuerpo para el funeral y cuando ya lo habían envuelto en forma
apropiada, le echaban un poco de agua en la cabeza, diciéndole:
“’Esta es la que gozasteis viviendo en
el mundo’; y tomaban un jarrillo lleno de agua, y dábanselo diciendo: ‘Veis aquí
con qué habéis de caminar’; y poníansele entre las mortajas, y así amortajaban
el difunto con sus mantas y papeles, y atábanle reciamente; y más daban al
difunto todos los papeles que estaban aparejados, poniéndolos ordenadamente
ante él, diciendo:
‘Veis aquí con qué habéis de pasar en
medio de dos sierras que están encontrándose una con otra… Veis aquí con qué
habeís de pasar el camino donde está una culebra guardando el camino… Veis aquí
con qué habéis de pasar a donde está la lagartija verde, que se dice Xochitónal…
Veis aquí con qué habeís de pasar ocho páramos… Veis aquí con qué habéis de
pasar ocho collados… Veis aquí con qué habeís de pasar el viento de las navajas’.”
El desaparecido debía llevar un perrito
con él, de pelo rojo y brillante. Alrededor de su cuello colocaban un suave
hilo de algodón, lo mataban y lo cremaban con el cuerpo. El difunto navegaba
sobre el animalito cuando cruzaba el río del mundo subterráneo. Y después llegaba
con él ante el dios, a quien él presentaba sus papeles y regalos. Y era
admitido, junto con su fiel compañero a los “nueve infiernos”.” (5)
Los chinos hablan del cruce del Puente
de las Hadas bajo la guía de la Doncella de Jade y el Adolescente Dorado. Los
hindúes pintan un altísimo firmamento de cielos y un mundo subterráneo de
infiernos con muchos niveles. El alma gravita después de la muerte hacia el
piso que le corresponde según su densidad relativa, y allá debe digerir y asimilar
el significado de su vida pasada. Cuando ha aprendido la lección regresa al
mundo y se prepara para el siguiente grado de experiencia. Así se abre
gradualmente camino a través de los niveles de los valores de la vida hasta que
deja atrás los confines del huevo cósmico. La Divina Comedia de Dante es
una descripción exhaustiva de los diferentes estadios. El “Infierno” es la
miseria del espíritu ligada al orgullo y a las acciones de la carne; el “Purgatorio”
es el proceso de trasmutar la carne en experiencia espiritual; el “Paraíso” es
el grado de la realización espiritual.
Notas
(5) Sahagún, op. cit., Libro
III, Apéndice, cap. I, Ed Porrúa, vol. I, pp.
293-296.
Los perros blancos o negros no pueden nadar por el río, porque los blancos dirían “yo me lavé”, y los negros, “me he manchado”. Sólo los que tienen un color rojizo brillante pueden llegar a la playa de los muertos.
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