(Villa Dolores)
para el Negro Jefe
Hay un vecino
arrimando un
menjunje
de gloria y vino.
Nunca fue un hombre
malo.
Tampoco fue de
palo.
(El peor
resplandor)
Papi moría.
Ella vestía de
blanco
y lo quería.
Lo quería ver bien
muerto.
La vida era un desierto.
(Sabios que saben)
Papi acogía
visitantes ilustres
y sonreía.
Él era tan sencillo
que le sobraba
brillo.
(Solo en las
fiestas)
¡Fuera de acá!
Hace ya medio
siglo:
papi no está.
Lo mató la locura
del diablo en la
espesura.
(Noche del Tabor)
Si les dijera
que fue algo
fascinante
¿quién me creyera?
Tan sólo son
hermanos
los que nos dan las
manos.
(Para la poeta de
Magdala)
Soy el judío
que sostuvo
sonriendo
su alma con frío.
Y un vendaval de
besos
me perfumó los
huesos.
(Matices)
Rilke rimaba
"Todo ángel es
terrible"
y se olvidaba
que un santo no es
un loco.
Aunque le falte
poco.
(Heredad de mis
nietos)
para Emilia, Amalia
y Leandro
Niños felices:
contemplen
sonriendo
mis cicatrices.
Yo también vi a mi
abuelo
edificando el cielo.
(Las niñas de mi
ánima)
para Emilia y
Amalia
Me pongo viejo
y no encuentro
tragedias
en el espejo.
En mi país no hay
Alicias
que huyan de las
delicias.
(Lo vivió Jung)
Refugio manso
donde rebrilla el
nácar
de tu descanso.
Aquí sopla una
altiva
soledad adictiva.
(Rituales
románticos)
Los que quisimos
imitar lo sagrado
jamás pudimos
encontrar lo
profundo.
No entendimos el
mundo.
(Invasión infernal)
Cada mosquito
te arranca
impunemente
un pedacito
de la oración
sangrada
en la hora más sagrada.
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