miércoles

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (13)

 EL VERSO (1)

 

No vamos a hacer un estudio exhaustivo del verso que emplea el tango; sólo buscaremos aclarar algunos puntos que, si bien deben ser muy claros para algunos -músicos, compositores, directores-, resultan desconcertantes para quienes se acercan a estas letras sin un conocimiento íntimo de sus mecanismos. Nos ocuparemos sólo de las formas más corrientes que serán verificadas sobre unos pocos tangos.

 

Vimos que la música del tango se divide más a menudo según el esquema tan común ABA. La segunda de dichas partes es, en general, más breve y sus motivos, también en general son decididamente otros y están en diferente tonalidad. La primera, que la tercera repite, tiene catorce o dieciséis compases; la segunda puede tener otro tanto pero lo habitual es que tenga menos: doce, ocho compases; rara vez, más. Son compases de 2/4 que, naturalmente, pueden estar integrados por dos negras, según indican estos números, o por su equivalente en valores mayores o menores; en general, menores. De hecho, se hace notar a menudo, el famoso compás de 2/4 funciona como de 4/8.

 

Puesto que las sílabas cantan casi invariablemente nota por nota la melodía, los obvios esquemas que siguen ayudarán a explicar por qué unas letras son tan pobladas y otras tan menguadas; por qué a textos musicales de igual duración corresponden textos literarios de diferente medida y extensión.

 

Las primeras partes de Amurado y de Duelo criollo tienen dieciséis compases cada una; a estos corresponden en la primera obra dieciséis versos; en la segunda, ocho:

 

cam pa ne o mi co to rro y loen cuentro de so la do só lo ten go de re cuer do el cua dri to quees táa llí

 

Amurado

 

Mien tras la lu na se re n aba ña con su luz de pla ta

 

Duelo criollo

 

En el primer caso, en ocho tiempos -cuatro compases- caben cuatro octosílabos; en el segundo, en el mismo lapso, dos.

 

Pero hay todas las combinaciones; en La última cita el primer compás corresponde a dos sílabas; los dos siguientes, en cambio, completan un octosílabo:

 

P asó la som bra cruel de una du da

 

Y dos pentasílabos que encontramos más adelante se dicen, uno, en menos de dos tiempos; el otro, en casi cuatro:

 

que co men zó mi des ven tu ra

 

Los catorce o dieciséis compases de las partes AA -a veces, quince- completan casi siempre dos frases musicales bastantes paralelas o hasta idénticas, salvo los finales. Estas, a su vez, se pueden dividir en dos grupos de aproximadamente cuatro compases cada uno. Tanto aquellas como estos se reflejan en la letra que, como norma, los marca por un punto y aparte o punto y coma. Pero los elementos que más nos interesan son las unidades rítmico-melódicas, los motivos. Se puede decir que, así como las sílabas se pliegan a las notas de la melodía, los versos se pliegan a los motivos musicales. En Duelo criollo, compuesto por tres partes de dieciséis compases cada una, primera y tercera partes repiten ocho veces su motivo variando poco su forma melódica y nada sus valores; sobre dichas repeticiones se moldean los ocho versos:

 

mientras la luna se re na ba ña con su luz de pla ta

 

Esa sencillez de concepción es la que llevan al papel las estrofas primera y tercera con sus ocho octosílabos; la segunda, en cambio, por lo menos en la edición de Ricordi, se escribe falseando las divisiones naturales. Esto no es un error o un capricho ocasional; es un ejemplo de una deformación muy frecuente que consiste en apretar, quieras que no, el contenido de cualquiera de las estrofas, sobre todo de la segunda, para que quepa en ocho versos. En este caso se escribe así:

 

Cuentan que fue la piba de arrabal

la flor del barrio aquel que amaba el payador,

sólo para ella cantó el amor

al pie de su ventanal;

pero otro amor

por aquella mujer

nació en el corazón del taura más mentao

y un faro en duelo criollo vio

bajo su débil luz morir los dos.

 

lo que el letrista, según muestra la rima, pensó así:

 

Cuentan que fue

la piba de arrabal

la flor del barrio aquel

que amaba un payador,

sólo para ella cantó el amor

al pie de su ventanal;

pero otro amor

por aquella mujer

nació en el corazón

del taura más mentao,

y un farol en duelo criollo vio

bajo su débil luz

morir los dos.

 

Lo mismo sucede con estrofas de muchos tangos -Incurable, Sos bueno vos también, Pal cambalache- cuyas largas líneas engañan y deben cortarse en dos versos. En Bailarín compadrito, por ejemplo, los aparentes alejandrinos ven delatada por la rima su real medida, su condición de heptasílabos escritos de corrido:

 

Vestido como un dandy, peinado a la gomina

y dueño de una mina más linda que una flor,

bailás en la milonga con aire de importancia,

luciendo la elegancia y haciendo exhibición.

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