jueves

HACIA UN TEATRO POBRE (23) - JERZY GROTOWSKI

  

 EL NUEVO TESTAMENTO DEL TEATRO

 

EL TEATRO ES UN ENCUENTRO 

 

NAIN KATTAN Y JERZY GROTOWSKI (1)

 

(*) En junio de 1967, durante la Feria Mundial de 1967 en Canadá, Jerzy Grotowski asistió a un simposio internacional de teatro que tuvo lugar en Montreal. Durante su estadía allí concedió la siguiente entrevista a Nain Kattan que la publicó en Arts et Letres, Le Devoir (julio de 1967).

 

En alguna ocasión usted ha asegurado que el teatro puede existir sin vestuario, escenografía o efectos de iluminación y aun sin texto. Añadía usted que “la historia del teatro muestra que el texto fue el último elemento incorporado”. Existe sólo, en su opinión, un elemento del cual el teatro no puede prescindir, el actor. Con todo, a partir de la Commedia dell’Arte ha habido dramaturgos. ¿Puede el director de nuestro tiempo prescindir de la tradición teatral de varias centurias? ¿Qué lugar le otorga usted al texto en tanto que director?

 

Allí no está el problema. Lo medular es el encuentro. El texto es una realidad artística que existe en un sentido objetivo, ahora bien, si el texto es lo suficientemente viejo y ha conservado toda su fuerza hasta ahora, en otras palabras, si el texto contiene esa concentración de experiencia humana, de representaciones, ilusiones mitos y verdades que todavía son actuales para nosotros, entonces el texto se convierte en un mensaje que podemos recibir de generaciones anteriores. En el mismo sentido, un texto nuevo puede ser una especie de prisma que refleje nuestras experiencias. El valor total del texto está presente una vez que ya se ha escrito; esa es la literatura y podemos leer obras de teatro como parte de la “literatura”. En Francia los dramas publicados en forma de libros llevan el nombre de Teatro; gran error, en mi opinión, porque no se trata de teatro sino de literatura dramática. Enfrentados a esa literatura podemos tomar cualquiera de estas dos posiciones: ilustrar el texto a través de la interpretación de los actores, la mise en scène, la escenografía, la situación de la obra, etc., y en ese caso el resultado no es teatro y el único elemento vivo de la representación es la literatura; o podemos ignorar virtualmente el texto tratándolo solamente como un pretexto para hacer interpolaciones y cambios, reduciéndolo a nada. Pienso que ambas soluciones son falsas porque en ambos casos no estamos cumpliendo con nuestro deber como artistas, sino que tratamos de plegarnos a ciertas reglas y al arte no le acomodan las reglas. Las obras maestras siempre trascienden las reglas, aunque, por supuesto, la prueba se realiza en la representación.

 

Tomen por ejemplo a Stanislavski. Su plan fue cumplir con la intención del dramaturgo, crear un teatro literario. Pero cuando hablamos del estilo de Chéjov, estamos aludiendo realmente al estilo de las producciones de las obras de Chéjov por Stanislavski; Chéjov mismo protestó cuando dijo: “He escrito vaudevilles y Stanislavski ha puesto dramas sentimentales en el escenario”. Stanislavski fue un artista genuino y representó involuntariamente su propio Chéjov y no un Chéjov objetivo. Meyerhold propuso a su vez, con toda buena fe, un teatro autónomo frente a la literatura. Creo que el suyo fue el único ejemplo en la historia del teatro de una representación profundamente enraizada en el espíritu de Gogol, en su más hondo significado. El Inspector general de Meyerhold fue una especie de collage de los textos de Gogol. Consecuentemente, la prueba se pasa no en nuestras ideas más elaboradas sino en la práctica.

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