domingo

IDEA VILARIÑO - LAS LETRAS DE TANGO (8)

 EL LENGUAJE (3)

 

La escritura

 

El hecho de que los autores de estas letras en su mayoría no escribiesen como hablaban, es la causa, o una de las causas, de cierta vacilación que en algún grado se da también en el habla cotidiana de quienes aprenden su castellano en la escuela y en la mayor parte de la literatura a que acceden, y otra cosa en la calle.

 

En Mi noche triste Contursi usa cotorro, bulín y cuarto. Muchas veces la medida o la rima propician el uso de una de las formas. En Muñeca de carne, se dice:

 

pero no, no vuelvas

que él ya no persona;

mejor no volvás.

 

porque debe hacer asonancia en a y vuelvas no le serviría. A veces se trata sólo de evitar la repetición:

 

y pa decir araca

bate mon diú

 

Tal vez, lo más grave que deba reprocharse a estos textos, el tango, sea que, habiéndose animado a tanto, no se haya animado a escribir según su fonética, como lo hizo el gauchesco. Es posible que este haya conseguido esa mayor fidelidad a la expresión verbal por obra de los hombres de letras que tan numerosamente lo trabajaron. Los letristas de tango, pese a ese ejemplo, pese a usarlo, escribieron su español lo más correctamente que supieron. El resultado, cuando se mezcla con expresiones lunfardas, es bastante incoherente. No se trata de los casos en que en un texto escrito con toda corrección se intercalan palabras de alguien que habla sin ella, como las del peoncito de Bajo Belgrano, sino de aquellos en que hay una evidente falta de consecuencia entre la incorporación de formas vulgares escritas como se pronuncian y el mantenimiento de la escritura correcta del contexto que, si se pronunciara como está escrito, resultaría casi siempre afectado o ridículo.

 

Recurro a dos ejemplos tomados de obras cuyas ediciones impresas tengo a la vista porque, sin ser seguras, dan la mayor aproximación al texto que haya escrito el autor: Flor de fango y El taita del arrabal. Se escribe en el primero:

 

Mina

que te manyo de hace rato,

perdóname si te bato

de que yo te vi nacer.

 

y, en seguida:

 

Tu cuna fue un conventillo

 

En el segundo:

 

Atorraba en una esquina

campaniao por el botón

 

pero

 

usó corbatita y cuello

 

Como es natural, los cantores dicen conbentiyo y cueyo. Es unánime, además, el respeto por las distinciones en el papel entre b y v, c y z, que en nuestro hablar se reducen a b y s, cuando no hace falta esta última.

 

Hasta sucede que se escriba correctamente cuando es incòmodo o imposible decirlo así. En Che, Bartolo:

 

Es la sociedad indicada

 

debe cantarse es la sociedá indicada, para cumplir con la música y con el octosílabo. En Machete el cantor dice la gente cré que ella, pero se escribe cree. En Con toda la voz que tengo hay un Sud en el mismo caso; imposible decirlo sin estorbar la medida:

 

al tango, pero con corte,

que se va quebrando un poco

y que lo hace volver loco

al mozo del Sud y del Norte.

 

Fiorentino canta del Sú y del Norte y es la única manera posible de cantarlo. Pero nunca se sabe si la corrección ortográfica se debe al autor o a los correctos imprenteros. Un viejo tango del mismo autor -Dizeo-, titulado Copen la banca, trae la misma palabra escrita así:

 

Por el Norte y por el

porque valés un Perú.

 

Algunos autores consiguen una aproximación mejor al habla real. Por ejemplo, en materia de acentos, en Mandria se usa creamé, digalé. También el usted sin esa d que sólo la gente más culta, a veces, hace sonar:

 

cíteme en la cancha

que usté elija

 

Con lo que no se hace sino aprovechar la experiencia del gauchesco que el autor, Brancatti, cultiva en casi todas sus piezas.

 

En algunos tangos de Enrique Santos Discépolo se da tal vez una de las formas mejor integradas de la escritura y el uso del lenguaje popular. Como su hermano en el teatro, él incorpora modismos, peculiaridades de la pronunciación, modificaciones de las formas verbales, vesre, apócopes, etc.; hasta llega a indicar las normales sinalefas. Escribe: qu’es grela, de maldá insolente, nos vamo a encontrar, qué sapa, Señor, qué vachaché, cuando rajés los tamangos; y yorar, fayar, gayo. En cambio, también detalla sus sibilantes y sus v y b. Consigue, de todos modos, una escritura que no se contradice casi, con lo cantado y que rescata muy fielmente lo hablado.

 

Los letristas modernos buscan renovar, a la vez que la temática y su tratamiento, la expresión literaria del tango. Depuran su lenguaje en términos lunfardos y camperos adscribiéndose a esa otra línea que viene de los payadores y del vals, de Villoldo y de Betinotti, de Cepeda y de Coria Peñaloza. Los inconvenientes y ventajas están en la mejor cultura, por lo menos literaria, en el contacto con la poesía moderna. Porque el vocabulario se hace más rico y complejo y las figuras más atrevidas, pero como no siempre son los que posibilita el habla popular, yerran su destino natural, su único destino y no tienen otra alternativa que la excelencia o el fracaso; no hay términos medios.

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