EL LENGUAJE (3)
La escritura
El hecho de que los
autores de estas letras en su mayoría no escribiesen como hablaban, es la
causa, o una de las causas, de cierta vacilación que en algún grado se da
también en el habla cotidiana de quienes aprenden su castellano en la escuela y
en la mayor parte de la literatura a que acceden, y otra cosa en la calle.
En Mi noche triste Contursi
usa cotorro, bulín y cuarto. Muchas veces la medida o la rima
propician el uso de una de las formas. En Muñeca de carne, se dice:
pero
no, no vuelvas
que
él ya no persona;
mejor
no volvás.
porque debe hacer
asonancia en a y vuelvas no le serviría. A veces se trata sólo de
evitar la repetición:
y
pa decir
araca
bate
mon diú
Tal vez, lo más grave que
deba reprocharse a estos textos, el tango, sea que, habiéndose animado a tanto,
no se haya animado a escribir según su fonética, como lo hizo el gauchesco. Es
posible que este haya conseguido esa mayor fidelidad a la expresión verbal por
obra de los hombres de letras que tan numerosamente lo trabajaron. Los
letristas de tango, pese a ese ejemplo, pese a usarlo, escribieron su español
lo más correctamente que supieron. El resultado, cuando se mezcla con
expresiones lunfardas, es bastante incoherente. No se trata de los casos en que
en un texto escrito con toda corrección se intercalan palabras de alguien que
habla sin ella, como las del peoncito de Bajo Belgrano, sino de aquellos
en que hay una evidente falta de consecuencia entre la incorporación de formas vulgares
escritas como se pronuncian y el mantenimiento de la escritura correcta del
contexto que, si se pronunciara como está escrito, resultaría casi siempre
afectado o ridículo.
Recurro a dos ejemplos
tomados de obras cuyas ediciones impresas tengo a la vista porque, sin ser
seguras, dan la mayor aproximación al texto que haya escrito el autor: Flor
de fango y El taita del arrabal. Se escribe en el primero:
Mina
que
te manyo de hace rato,
perdóname
si te bato
de
que yo te vi nacer.
y, en seguida:
Tu
cuna fue un conventillo
En el segundo:
Atorraba
en una esquina
campaniao
por el botón
pero
usó
corbatita y cuello
Como es natural, los cantores
dicen conbentiyo y cueyo. Es unánime, además, el respeto por las
distinciones en el papel entre b y v, c y z, que en
nuestro hablar se reducen a b y s, cuando no hace falta esta
última.
Hasta sucede que se
escriba correctamente cuando es incòmodo o imposible decirlo así. En Che,
Bartolo:
Es
la sociedad indicada
debe cantarse es la
sociedá indicada, para cumplir con la música y con el octosílabo. En Machete
el cantor dice la gente cré que ella, pero se escribe cree. En
Con toda la voz que tengo hay un Sud en el mismo caso; imposible decirlo
sin estorbar la medida:
al
tango, pero con corte,
que
se va quebrando un poco
y
que lo hace volver loco
al
mozo del Sud y del Norte.
Fiorentino canta del
Sú y del Norte y es la única manera posible de cantarlo. Pero nunca
se sabe si la corrección ortográfica se debe al autor o a los correctos
imprenteros. Un viejo tango del mismo autor -Dizeo-, titulado Copen la banca,
trae la misma palabra escrita así:
Por
el Norte y por el Sú
porque
valés un Perú.
Algunos autores consiguen
una aproximación mejor al habla real. Por ejemplo, en materia de acentos, en Mandria
se usa creamé, digalé. También el usted sin esa d que sólo la
gente más culta, a veces, hace sonar:
cíteme
en la cancha
que
usté
elija
Con lo que no se hace
sino aprovechar la experiencia del gauchesco que el autor, Brancatti, cultiva
en casi todas sus piezas.
En algunos tangos de
Enrique Santos Discépolo se da tal vez una de las formas mejor integradas de la
escritura y el uso del lenguaje popular. Como su hermano en el teatro, él
incorpora modismos, peculiaridades de la pronunciación, modificaciones de las
formas verbales, vesre, apócopes, etc.; hasta llega a indicar las
normales sinalefas. Escribe: qu’es grela, de maldá insolente, nos vamo a
encontrar, qué sapa, Señor, qué vachaché, cuando rajés los tamangos; y yorar,
fayar, gayo. En cambio, también detalla sus sibilantes y sus v y b.
Consigue, de todos modos, una escritura que no se contradice casi, con lo
cantado y que rescata muy fielmente lo hablado.
Los letristas modernos buscan renovar, a la vez que la temática y su tratamiento, la expresión literaria del tango. Depuran su lenguaje en términos lunfardos y camperos adscribiéndose a esa otra línea que viene de los payadores y del vals, de Villoldo y de Betinotti, de Cepeda y de Coria Peñaloza. Los inconvenientes y ventajas están en la mejor cultura, por lo menos literaria, en el contacto con la poesía moderna. Porque el vocabulario se hace más rico y complejo y las figuras más atrevidas, pero como no siempre son los que posibilita el habla popular, yerran su destino natural, su único destino y no tienen otra alternativa que la excelencia o el fracaso; no hay términos medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario