1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
VI. AUTISMO
VIRGINIA ERRANDONEA
De la madre-máquina a la
madre-humana (*) (12)
II / El surgimiento del
juego (11)
Discusión (7)
Marta Ruiz:
“Voy a contar algo sobre la paciente de la que hablé para reafirmar lo que se
está diciendo: en un momento era insensible, se golpeaba contra las paredes y
se lastimaba. En la evolución del tratamiento empezó a tener una hipersensibilidad
al dolor y lloraba por cualquier cosa; y en ese momento la familia se
desequilibró mucho. La madre me llegó a decir: ‘Yo así no puedo, es mucho peor
esto que lo otro’; con esa hipersensibilidad era como que los padres captaran
el sufrimiento. Este fue un momento muy difícil para todo el grupo, incluidos
los analistas del padre y de la madre”.
…:
Nosotros esto lo hemos pensado mucho y una de las posibilidades que nos hemos
planteado como experiencia es la de trabajar con grupos de padres, y hacemos
grupos de padres con varios objetivos. Uno de estos objetivos es que entre ellos
se esfuercen, se apoyen mutuamente y puedan elaborar el duelo de ese niño
enfermo, de todas las expectativas que se tenían con ese niño enfermo, las
expectativas y los límites del tratamiento”.
…:
Es muy importante valorar los movimientos que se producen en la estructura
familiar. Hay una especie de circulación de las patologías que se produce a
partir del tratamiento. Esto siempre lo planteamos en relación a diferentes
estructuras psicopatológicas, pero en estos casos graves hemos visto más de un
caso en los que, por ejemplo, la madre no tolera las situaciones de cambio que
se empiezan a producir y pide ayuda o directamente dice que no tolera la
situación”.
Héctor Garbarino:
·Hay un caso de una adolescente que mejoró, salió de una psicosis y la madre
entró en la psicosis. Hay que reflexionar por qué pasan estas cosas, lo que
todavía no sabemos muy bien. Pero es notable observar esto de que parece como
que la enfermedad del niño a veces está al servicio de la salud de la familia”.
Lizardo Valdéz:
“Este chiquilín tiene una hora, dos o tres veces por semana, en que hay alguien
que lo entiende, en donde el lenguaje de él puede ser traducido y todo el resto
del tiempo es como hablar solo. Hay dos o tres horas por semana de diálogo y el
resto de su vida es monólogo. Cuando hablamos de aspectos pronósticos me parece
que este también es un factor a tener en cuenta porque si Virginia se lo
llevara a vivir para la casa la situación probablemente fuera otra. Lo que pasa
es que ahí entran los límites de los que se hablaba y también los límites
nuestros”.
Virginia Errandonea: “Estos padres a mí me han ayudado mucho en momentos en que para mí era todo horrible, ellos rescataban cosas y me las mostraban. En una ocasión la madre me contó que las primas lo habían invitado a un cumpleaños en el que iba a haber un baile y que habían resuelto llevarlo y después me comentó que había ido y se había integrado bastante bien y que no estaba encerrado mirando televisión como en otras reuniones anteriores. Y en otro momento en que les vino una cuenta de teléfono muy alta porque él llamaba al 0900 yo le dije: ‘tranque el teléfono’, y los padres me dijeron: ‘no, porque nosotros vemos que está buscando otra forma de comunicación’”.
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