52 (3)
Al llegar a la casa de
Igor también tuve la sensación de que los padres no estaban. Él empezó a
derretir cuatro pedazos de manteca en una sartén y les agregó gran medida de
ron.
-Esto es lo que toman los
hombres -dijo. -¿Vos sos un hombre, Baldy?
Baldy ya estaba borracho
y se aguantaba muy derechito, con los brazos caídos a los costados.
-¡SÍ, SOY UN HOMBRE!
-empezaron a chorrearle las lágrimas. -¡SOY UN HOMBRE! -se mantenía muy firme
llorando y aullando. -¡HEIL, HITLER!
Igor me miró fijo.
-¿Vos sos un hombre?
-No sé. ¿Ya está pronto
ese ron?
-Lo que yo no sé es si
sos uno de los nuestros y si te puedo tener confianza. ¿No serás un espía
doble, un agente del enemigo?
-No.
-¿Pero sos de los
nuestros?
-No. Pero de una cosa
estoy seguro.
-¿De qué estás seguro?
-De que no me caés bien.
¿Ya preparaste el ron?
-¿Viste? -dijo Baldy.
-¡Te dije que era un tipo despreciable!
-Vamos a ver quién es el
más despreciable cuando termine la noche -contestó Igor.
Y apagó el fuego y removió
la mezcla. Él no me caía bien, pero era un tipo distinto a los demás y eso me
gustaba. Después sirvió el ron con manteca en tres grandes copas azules que
tenían inscriptas letras rusas.
-Muy bien -dijo.
-¡Tomenseló!
-Mierda. Está hirviendo
-dije mientras tomaba aquel menjunje que jedía a manteca.
Observé los ojos de
guisante de Igor asomar por encima de su copa. Él estaba observando a Baldy,
mientras le caían ríos de manteca con ron por las comisuras. Yo sabía desde
hacía tiempo que a Baldy no le gustaba la bebida.
-¡Tomateló! -lo miró fijo
Igor.
-Sí, sí…
Baldy la estaba pasando
mal. Levantó la copa y el menjunje que no le gustaba nada le chorreó por la
cara hasta mancharle la camisa. Al final la copa se hizo pedazos contra el
suelo de la cocina.
Igor se le paró adelante.
-¡Vos no sos un hombre!
-¡SOY UN HOMBRE, IGOR! ¡SOY
UN HOMBRE!
-¡MENTIRA!
Y le zarandeó la cabeza
pegándole dos reveses. Pero Baldy volvió a enderezarse manteniendo los brazos
muy rígidos.
-Soy… un… hombre…
-¡Yo te voy a transformar
en un hombre! -gritó Igor.
-Ya está -le dije. -Ahora
dejalo solo.
Y cuando salió de la
cocina me serví otro ron. Era asqueroso, pero era lo único que había.
Entonces Igor volvió
empuñando un revólver de verdad, de seis tiros.
-Ahora vamos a jugar a la
ruleta rusa -anunció.
-Sí, con la concha de tu
madre -le contesté.
-Yo juego, Igor -dijo
Baldy. -¡Yo juego! ¡Soy un hombre!
-Okey -contestó Igor. -En
el revólver hay nada más que una bala. Después que haga girar el tambor te lo
paso.
Lo hizo girar y se lo dio
a Baldy, que lo agarró y se apuntó a la cabeza.
-Soy un hombre… soy un
hombre… -volvió a ponerse a llorar. -¡Lo voy a hacer porque yo soy un hombre…!
Pero desvió la boca del
revólver de su sien y apretó el gatillo apuntando para otro lado. Sonó un
click.
Igor agarró el arma,
volvió a hacer girar el tambor y me la alcanzó. Yo se la devolví.
-Vos primero.
Él sostuvo el revólver
contra la luz para que se pudiera ver la recámara y se lo colocó en la sien.
Sonó un click.
-Excelente -dije. -Pero
vichaste la recámara para ver dónde estaba la bala.
Igor volvió a hacer girar
el tambor y me pasó el revólver.
-Te toca.
-Mejor te lo llevás -le dije,
devolviéndoselo.
Y mientras iba hasta el
fuego para servirme otro ron se escuchó un tiro. Miré el suelo de la cocina y
vi un agujero de bala al lado de mi pie.
-Si me volvés a apuntar
con esa cosa te mato, Igor -dije dándome vuelta.
-¿Ah sí?
-Sí.
Él empezó a sonreír levantando
lentamente el revólver y yo esperé, hasta que al final lo bajó. Ya era
suficiente por esa noche. Igor nos llevó hasta casa en el auto pero primero paramos
en el Parque Westlake, alquilamos un bote y remamos por el lago mientras nos
terminábamos el ron. Después del último sorbo Igor cargó el revólver y tiró
varias veces contra el fondo del bote. Estábamos a treinta metros de la orilla
y tuvimos que nadar.
Llegué muy tarde a casa. Me trepé a los arbustos y me metí en mi cuarto por la ventana. Mientras me desvestía para meterme en la cama escuché roncar a mi padre en el dormitorio de al lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario