El caso del Dr. Leary (2)
Después de su exoneración de la Universidad de Harvard, Leary se transformó
por completo de profesor de psicología en mesías del movimiento psicodélico. Él
y sus amigos del IFIF fundaron un centro de investigación psicodélica en medio
de un paisaje hermoso en Zihuatanejo, Méjico. Yo mismo recibí una invitación
personal del Dr. Leary para participar en un curso de planificación top
level de drogas psicodélicas, que debía iniciarse allí en agosto de 1963.
Me habría gustado aceptar esta generosa invitación, que incluía viáticos y alojamiento
gratuito, para conocer con mis propios ojos los métodos, el funcionamiento y
toda la atmósfera de un centro de investigación psicodélica de esa índole,
sobre lo cual ya en aquel entonces circulaban unos informes contradictorios y
en parte muy extraños. Lamentablemente mis compromisos laborales me impidieron
viajar a Méjico.
El centro de investigación de Zihuatanejo no tuvo larga vida. El gobierno
mejicano desterró a Leary y a sus seguidores. Sin embargo Leary, que ahora no
era sólo el mesías, sino además el mártir del movimiento psicodélico, recibió
pronto la ayuda del joven millonario neoyorquino Williamin Hitchcock, quien
puso a du disposición una mansión señorial en su gran propiedad rural de
Millbrook, Nueva York,para que fuera el nuevo hogar y cuartel general del ex-profesor.
Millbrook fue también la sede de una fundación para un modo de vida
psicodélico, trascendente: la Castalia Foundation.
En un viaje a la India, Leary se convirtió en 1965 al hinduismo. Al año siguiente
fundó una comunidad religiosa, la League for Spiritual Discovery, cuyas
iniciales son la abreviatura LSD.
El llamamiento de Leary a la juventud, que resumió en su famoso lema: turn
on-tune in drop out!, *, se convirtió en un dogma central del movimiento
hippie. Sobre todo el último de estos tres mandamientos, el dropo ut, la
incitación a abandonar la vida burguesa, volverle la espalda a la sociedad. Renunciando
a la escuela, al estudio, a la profesión, y dedicarse por completo al universo
interior, al estudio del sistema nervioso, después de haberse en-tren-ado con
LSD… esta exhortación superaba los ámbitos psicológico y religioso, y tenía una
significación social y política. Resulta, pues, comprensible que Leary no sólo
se convirtiera en enfant terrible de las universidades y de sus colegas
académicos de la psicología y psiquiatría, sino que también provocara la
irritación de las autoridades políticas. Por eso lo vigiló la policía; luego se
lo persiguió y finalmente se lo encarceló. Las severas penas -diez años de
prisión impuestos por un tribunal lejano y otros diez por uno mejicano, por
tenencia de LSD y marihuana, y la condena de treinta años (luego anulada) por
contrabando de marihuana- muestran que el castigo de estas faltas era sólo un
pretexto para poner a buen recaudo al seductor y amotinador de la juventud, a
quien no podía perseguirse de otro modo. En la noche del 13 al 14 de setiembre
de 1970 Leary logró huir de la cárcel californiana de San Luis Obispo. Pasando
por Argelia, donde se contactó con Elridge Cleaver, uno de los dirigentes del
movimiento Black Panthers que vivía allí en el exilio, Leary llegó a
Suiza; aquí solícitó asilo político.
(*) Encendeos, sintonizaos por dentro y dejarlo (en inglés en el original)
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