domingo

ALBERT HOFMANN - LSD: CÓMO DESCUBRÍ EL ÁCIDO Y QUÉ PASÓ DESPUÉS EN EL MUNDO (30)

 


El caso del Dr. Leary (1)

 

La difusión del consumo ilegal de LSD en los Estados Unidos cobró un especial vigor a consecuencia de las actividades del Dr. Timothy Leary, conocido mundialmente como el “apóstol de las drogas”. En 1960, durante unas vacaciones en Méjico, Leary había probado las legendarias “setas sagradas” que le había comprado a un curandero. En la embriaguez de las setas llegó a un estado de éxtasis místico, al que designó como la experiencia religiosa más profunda de su vida. A partir de aquel momento el Dr. Leary, que era aun profesor adjunto de psicología en la famosa Universidad de Harvard en Cambridge (EE. UU), se dedicó por completo a la investigación del efecto y de las posibilidades de aplicación de las drogas psicodélicas. Junto con su colega el Dr. Richard Alpert comenzó a llevar a cabo en la universidad diversos proyectos de estudio en los que empleó LSD y psilocybina, la sustancia activa de las “setas sagradas” mejicanas que nosotros entretando habíamos aislado.

 

Con una metodología científica se examinaron allí la reintegración social de presidiarios, la generación de experiencias religioso-místicas de teólogos y sacerdotes, y el fomento de la creatividad de artistas y escritores mediante LSD y psilocybina. En estas investigaciones participaron también de vez en cuando personalidades como Aldous Huxley, Arthur Koestler y Allen Ginsberg. Se concedió especial importancia a la cuestión de en qué medida la preparación anímica y las expectativas del analizando, además del marco externo del experimento, pueden influir sobre el rumbo y el carácter del estado de embriaguez psicodélica.

 

En enero de 1963, Leary me envió un informe exhaustivo sobre estos estudios, en los que transmitía con palabras de entusiasmo los resultados positivos obtenidos y expresaba su creencia en la utilidad y las prometedoras posibilidades de estas sustancias activas. A la vez, la empresa Sandoz recibió un pedido de envío de 100 g. de LSD-25 y de 25 kg de psilocybina, firmado por la Universidad de Harvard, Deparment of Social Relations, Dr. Timothy Leary. La demanda de cantidades tan enormes (que corresponden a un millón de dosis de LSD y a 2,5 millones de dosis de psilocybina) se justificaba con la planeada extensión de las investigaciones a estudios de los tejidos, órganos y animales. Hicimos depender el envío de estas sustancias de la presentación de una licencia de importación de parte de las autoridades sanitarias de los Estados Unidos. A vuelta de correo obtuvimos el pedido de envío por las mencionadas cantidades de LSD y psilocybina junto con un cheque de diez mil dólares de primer pago… pero sin licencia de importación demandada. Este pedido Leary ya no lo firmaba como integrante de la Universidad de Harvard, sino como presidente de una organización nueva fundada por él mismo, la IFIF (International Federation for Internal Freedom). Cuando además nuestra consulta con el decano correspondiente de la Universidad de Harvard dio por resultado que las autoridades universitarias no autorizaban la prosecución de los proyectos de investigación de Leary y Alpert, anulamos nuestra oferta y retornamos los diez mil dólares.

 

Poco después, Leary y Alpert fueron exonerados del cuerpo docente de la Universidad de Harvard, porque las investigaciones, que al comienzo se habían desarrollado dentro de un marco científico, habían perdido ese carácter. Las series de tests se habían transformado en parties de LSD. Cada vez más estudiantes se afanaban por ser voluntarios en estos experimentos, que se convirtieron en una juerga universitaria: el LSD como billete para un viaje emocionante a nuevos mundos de la experiencia anímica y física. El trip de LSD se convirtió, entre la juventud universitaria, en la moda más emocionante y novedosa, que se extendió rápidamente desde Harvard a las demás universidades del país. Sin duda contribuyó decisivamente a esta difusión la doctrina de Leary, de que el LSD no sólo sirve para hallar lo divino y descubrirse a sí mismo, sino que es además el más potente afrodisíaco que la humanidad haya conocido. En una posterior entrevista concedida a la revista mensual “Playboy”, Leary declaraba que la intensificación de la vivencia sexual y del orgasmo mediante el LSD habría sido uno de los motivos principales del boom del LSD.

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