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JOSEPH CAMPBELL - EL HÉROE DE LAS MIL CARAS (144) Psicoanálisis del mito

 5 / EL HÉROE COMO EMPERADOR Y COMO TIRANO (2)

 

Cuando la meta del esfuerzo del héroe es el descubrimiento del padre desconocido, el simbolismo básico sigue siendo el de las pruebas y el camino que se revela a sí mismo. En el ejemplo de arriba la prueba queda reducida a las preguntas persistentes y a la mirada aterrorizadora. En el cuento anterior de la mujer almeja, se probó a los hijos con el cuchillo de bambú. Hemos visto, al revisar la aventura del héroe, hasta qué grado puede llegar la severidad del padre. Para la congregación de Jonathan Edwards, se convertía en un verdadero ogro.

 

El héroe bendecido por el padre vuelve para representar al padre entre los hombres. Como maestro (Moisés) o como emperador (Huang Ti) su palabra es ley. Puesto que el héroe se ha centrado en la fuente, hace visible el reposo y la armonía del lugar central. Es un reflejo Eje del Mundo, de donde se extienden los círculos concéntricos -la Montaña del Mundo, el Árbol del Mundo-; él es el perfecto espejo microscópico del macrocosmos. Verlo es percibir el significado de la existencia. De su presencia nacen los dones, su palabra es el viento de la vida.

 

Pero en el carácter representativo del padre puede haber un deterioro. Esa crisis queda descrita en la leyenda persa zoroástrica de la Edad de Oro, Jemshid.

 

Todos miraron al trono y no oyeron ni vieron

A nadie más que a Jemshid, él solo era el Rey,

Absorbía todos sus pensamientos, y en sus alabanzas

Y adoración por este hombre mortal

Olvidaron la adoración por el gran Creador,

Y orgullosamente a sus nobles habló,

Embriagado con sus fuertes aplausos,

“Soy inigualable, pues a mí la tierra

Me debe toda su ciencia y nunca existió

Una soberanía como la mía, benéfica

Y gloriosa, que borró de la tierra poblada

La enfermedad y la necesidad. La alegría doméstica

Y el descanso proceden de mí, todo lo que es bueno y grande

Espera mi orden; la voz universal

Declara el esplendor de mi gobierno,

Que está por encima de lo concebido por el corazón humano

Y me hace el único monarca del mundo.”

-En cuanto estas palabras salieron de sus labios,

Palabras impías e insultantes al alto cielo,

Su grandeza terrestre se deshizo -todas las lenguas

Se volvieron clamorosas y atrevidas. El día de Jemshid

Quedó en las tinieblas, toda su brillantez se oscureció.

¿Qué dijo el Moralista? “Cuando eras rey

Tus súbditos eran obedientes, pero quien sea

Que descuide orgullosamente la adoración de su Dios

Trae desolación a su casa y a su hogar.”

-Y cuando notó la insolencia de su pueblo

Supo que había provocado la ira del cielo

Y el terror lo sobrecogió. (29)

 

Cuando el emperador ya no relaciones los dones de su reinado con su fuente trascendental, rompe la visión estereotípica que está en su papel sostener. Ya no es el mediador entre dos mundos. La perspectiva del hombre se achata e incluye sólo el término humano de la ecuación y en el acto cae la experiencia de la fuerza sobrenatural. La idea que sostiene a la comunidad se ha perdido. La fuerza es todo lo que la sostiene. El emperador se convierte en el ogro-tirano (Herodes-Nemrod), el usurpador de quien debe salvarse el mundo.

 

Notas 

(29) Firdusi, Shah-Nameh, traducción de James Atkinson (Londres y Nueva York, 1886), p. 7.

La mitología persa está enraizada en el sistema indoeuropeo común que fue llevado de las estepas aral-caspianas a la India y al Irán, como también a Europa. Las principales divinidades de los primeros escritos sagrados (Avesta) de los persas corresponden muy estrechamente a los de los primeros textos hindúes (Vedas: ver nota 32, p. 108, supra), pero las dos ramas sufren grandes influencias que las hacen variar grandemente en sus nuevos países, pues la tradición védica cede gradualmente a las fuerzas dravidianas, y la persa a las semurio-babilonias. Al principio del primer milenio a. C. las creencias persas fueron reorganizadas por el profeta, Zaratustra (Zoroastro) conforme a un estricto dualismo de principios del bien y del mal, luz y oscuridad, ángeles y demonios. Esta crisis afectó profundamente no sólo a los persas sino también a la materia de las creencias hebreas, y, por lo tanto, siglos después, al cristianismo. Representa un apartamiento radical de la más usual representación mitológica del bien y del mal como efectos procedentes de una única fuente del ser que trasciende y reconcilia toda polaridad.

Persia fue arrasada por los soldados de Mahoma, 642 d.C. Los que no se convirtieron fueron pasados a cuchillo. Un pequeño grupo se refugió en la India, donde sobrevive hasta el presente bajo el nombre de Parsis (“persas”) de Bombay. Después de un período de tres siglos hubo una “restauración” literaria, mahometana-persa. Los grandes nombres son: Firdusi (940-1020?), Omar Khayyam (¿-1123?), Nizami (1140-1203), Jalal ad-Din Rumi (1207-1273), Saadi (11847-1291), Hafiz (7-1389?) y Jami (1414-1492). El Shah Namek de Firdusi (“La Épica de los Reyes”) es una repetición en sencillo verso narrativo de la historia de la antigua Persia hasta la conquista islámica.

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