4 / 4) El problema del carácter como forma de interrelación entre el autor y el héroe.
Mi linaje (o mi familia)
no es valioso por ser mío, es decir, no soy yo quien lo hace valioso por
ser mío, es decir, no soy yo quien lo hace valioso (no es el linaje el
que llega a ser el momento de mi existencia valorada), sino porque yo
pertenezco al linaje de la madre, del padre; valorativamente no me pertenezco;
no me encuentro valorativamente en oposición a mi familia. (Yo puedo rechazar y
superar valorativamente en mí solamente aquello que me pertenece
incondicionalmente, en aquello que sólo me pertenece a mí, en aquello en que yo
rompo las cualidades familiares.)
El determinismo del ser en el plano del linaje es indiscutible, se da en mí y yo no puedo oponérmele dentro de mí mismo; yo no existe valorativamente para mí fuera del linaje. Mi yo-para-mí moral no tiene familia (un cristiano se sentía sin linaje, la inmediatez de la paternidad celestial destruiría la autoridad de la paternidad terrenal). En este fundamento se origina la fuerza valorativa del destino para el autor. El autor y el héroe todavía pertenecen a un solo mundo en que el valor del linaje aun es importante (en una u otra forma: nación, tradición, etc.). En este momento la extraposición del autor encuentra su limitación, no se extiende hacia una extraposición con respecto a la visión y percepción del mundo del héroe; el autor y el héroe no tienen de qué discutir, pero en cambio la extraposición es sobre todo estable y fuerte (la discusión la desestabiliza). El valor del linaje convierte al destino en categoría positivamente valorable de la visión y conclusión del hombre (del cual no se requiere una iniciativa moral); allí donde el hombre inicia a partir de sí mismo una serie de actos valorativos, donde es moralmente culpable y responsable por su persona, por su determinismo -la categoría valorativa del destino le es inaplicable y no lo concluye. (Blok y su poema “Castigo”.) (Sobre esta base valorativa, el arrepentimiento no puede ser pleno e impregnarme totalmente; no puede aparecer una confesión-autoinforme puro; sólo los hombres sin linaje parecen conocer la plenitud en el arrepentimiento.) Este es, fundamentalmente, el carácter clásico.
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