EL LENGUAJE (1)
Diversidad
Todas las afirmaciones que se han hecho y se hacen sobre el lenguaje del
tango son falsas en la medida en que lo supongan uno solo, ignorando sus formas
varias y distintas. Tal pluralidad resulta, en primer término, de las
diferencias a veces enormes que separan a los letristas por sus diversos grados
de cultura, de dominio del idioma, de felicidad verbal, de capacidad creadora.
Hay entre ellos -siempre atendiendo a los mejores- desde los que no conocen su
gramática y tiene un vocabulario mínimo hasta poetas prestigiosos que
conquistaron en el tango el privilegio de la difusión universal y casi anónima
de sus versos.
Pero aun aquellos desprovistos poetas muestran disparidad en la actitud
frente al lenguaje. La musa ingenua y
primaria de Ángel Villoldo se expresa de otro modo que la también primaria e
ingenua de Pascual Contursi. Dicen aquél y éste:
Yo soy la morocha,
la más agraciada,
la más renombrada
de esta población.
Esas minas veteranas
que siempre se conformaban,
que nunca la protestaban
aunque faltara el buyón.
También hay distancia entre los lenguajes de escritores más evolucionados;
entre el de E. S. Discépolo, que busca incorporar el vocabulario y la dicción
de la calle:
Cuando la suerte qu’es grela
fayando y fayando
te largue parao.
y el de José Ma. Contursi, que busca siempre eludirlos:
Como un fantasma gris
llegó el hastío
hasta tu corazón
que aún era el mío…
A esta distinción entre los individuos, los autores, se suman otras: por
ejemplo, las que hay que hacer entre las diferentes etapas del siglo y del
tango. También hay que distinguir entre los ritmos; si bien aunamos por
caracteres y circunstancias comunes tango, milonga, vals y algunos estilos y
canciones, en lo que se refiere al lenguaje hay que puntualizar un poco.
Estilos y canciones, aun dentro del ciclo del tango, prefieren en su mayoría su
viejo lenguaje, cuidado o campero. Destacamos ya que el empleo del vals
criollo, siguiendo su propia tradición, para asuntos más delicados tiende a que
su lenguaje, salvo excepciones, también lo sea y eluda, las más de las veces,
las formas vulgares o ‘incorrectas’.
Pero aparte de las diferencias entre autores, épocas y ritmos, hay otras más calificadas y que obedecen a una clara intención artística. Creo que no se ha destacado bastante el hecho de que estos autores abordaron sus asuntos en el lenguaje que la acción, el escenario, los personajes exigían. Es cierto que cualesquiera sean la acción y el ambiente pueden ser cantados en plausible castellano. Así se dice en Zorro gris la angustia y el dolor que encubre la vida brillante de una bailarina de cabaret. Así, pese a traducirse en elementos camperos, se plantea la anécdota, no necesariamente campera, de Clavel del aire. Pero son excepciones; lo corriente es que haya correspondencia entre el asunto y su expresión verbal.
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