Peligros de los ensayos no médicos de LSD
Mientras que la aplicación profesional de LSD en psiquiatría no encierra
prácticamente ningún riesgo, la ingestión de esta sustancia activa fuera del
marco medicinal, sin una supervisión médica, es muy peligrosa. Estos peligros
radican, por una parte, en circunstancias externas relacionadas con el consumo
ilegal de drogas, y por otra, en la peculiaridad de los efectos psíquicos del
LSD.
Los que abogan por un consumo no controlado, libre, de LSD y otros
alucinógenos, fundamentan su postura en que este tipo de drogas no genera
adicción, y en que con un consumo moderado hasta ahora no ha podido demostrarse
que los alucinógenos hayan ocasionado perjuicios a la salud. Ambas afirmaciones
son ciertas. Jamás ha podido observarse que ni siquiera con un consumo
frecuente y prolongado de LSD se generara una verdadera manía, que se
caracteriza porque al quitarse la sustancia aparecen perturbaciones psíquicas y
a menudo también disfuncionamientos físicos graves. No se conocen aun daños orgánicos
ni casos fatales como consecuencia directa de una intoxicación de LSD. Como se
ha puntualizado en el capítulo “LSD en el ensayo con animales y en la
investigación biológica”, el LSD es, en efecto, una sustancia relativamente
poco tóxica en comparación con su efectividad psíquica extremadamente elevada.
Reacciones psicóticas (1)
Pero el LSD, al igual que los demás alucinógenos, ofrece otro tipo de
peligros. Mientras que en los estupefacientes que crean toxicomanía, en los
opiáceos, las anfetaminas, etc., los perjuicios psíquicos y físicos aparecen
sólo con su uso crónico, el LSD es peligroso en cada ensayo singular, pues
pueden aparecer delirios graves. Estos incidentes pueden evitarse en gran
medida con una preparación interna y externa adecuada de los experimentos, pero
no excluirse con seguridad. Las crisis de LSD semejan ataques psicóticos con
carácter maníaco o depresivo.
En un estado maníaco, hiperactivo, el sentimiento de omnipotencia o de
invulnerabilidad puede acarrear accidentes graves. Así ha sucedido cuando un
embriagado se colocaba en su delirio delante de un automóvil en marcha por
creerse invulnerable, o saltaba por la ventana pensando que podía volar. El
número de tales accidentes de LSD no es tan grande como podría creerse por las
noticias infladas por los medios de comunicación sensacionalistas. De todos
modos, deben servir de advertencias serias.
En cambio no debe ser cierto un informe que circuló en 1966 por todo el
mundo, sobre un crimen cometido presuntamente bajo la influencia de LSD. El
asesino, un joven neoyorquino, había asesinado a su suegra, y al ser detenido
inmediatamente después del homicidio declaró no saber nada de nada; desde hacía
tres días se encontraría en un viaje de LSD. Pero aun con la dosis más elevada
un delirio de LSD no dura más de doce horas, y la ingestión habitual lleva a la
tolerancia, es decir que dosis ulteriores no son efectivas. Además, la
embriaguez del LSD se caracteriza porque uno recuerda exactamente lo
experimentado. Posiblemente el asesino esperaba que se le concedieran
circunstancias atenuantes por enajenación mental.
El peligro de desencadenar una reacción psicótica es especialmente grande
cuando se le suministra LSD a una persona sin su conocimiento. Eso lo mostró ya
aquel incidente producido poco después del descubrimiento del LSD durante las
primeras investigaciones de la nueva sustancia activa en la clínica
psiquiátrica de la Universidad de Zurich. Un médico joven, al que sus colegas
le habían puesto, en son de broma, un poco de LSD en el café, quería nadar en
pleno invierno, a veinte grados bajo cero, en el lago de Zurich. Hubo que
impedírselo por la fuerza. Hasta entonces no se tenía conciencia de la gravedad
de semejantes bromas.
Una naturaleza distinta la presentan los peligros cuando el delirio desencadenado por el LSD no es de carácter maníaco, sino depresivo. En estos casos, las visiones aterradoras, el miedo mortal o el miedo a estar o volverse loco pueden llevar a peligrosos colapsos psíquicos y al suicidio. Aquí, el viaje de LSD se convierte en horror trip (viaje horroroso).
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