1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2019
VI.
AUTISMO
DEL GRITO Y EL LLANTO
INICIALES AL LENGUAJE HABLADO (*)
(Hipótesis para estos
recorridos en Inés)
MARÍA AURORA ANDRADE
A modo de síntesis
Este trabajo recoge
conceptualizaciones de la Teoría del Ser con las cuales pensamos los recorridos
de una niña autista hacia la palabra. La teoría plantea que al comienzo, “El
grito y el llanto constituyen meramente un acontecimiento fisiológico en el
régimen a-dimensional del Ser, antes de la aparición del yo corporal”.
Muy pronto, es función de
la madre humanizar el grito y el llanto iniciales. Con los cuidados que ella le
proporciona al bebé, posibilita un paso que hará que se acontecimiento fisiológico
del recién nacido pueda convertirse en los primeros acontecimientos comunicacionales
entre ambos.
En el recuerdo del bebé,
el llanto se vuelve signo cuando la madre lo recibe como llamado y allí, él inicia
el recorrido hacia el lenguaje hablado.
El pasaje será “del
cuerpo a la palabra”, pero la noción del cuerpo tiene que constituirse porque
al nacer “el cuerpo abierto del bebé se extiende en continuidad con el universo”.
En la confluencia de
factores, la disposición de Inés, el vínculo niña-madre de los primeros
momentos, las circunstancias, quedaron muchos pasos sin transitarse.
Para afianzar en ella el
par “cuerpo-lenguaje” que es específicamente humano es necesario procurarle un
investimento narcisista regular con el objetivo de que vaya “conformando su yo
en base a identificaciones narcisistas humanas que sustituyen el orden cósmico
en que se halla inserta”.
Pensamos que el trabajo
da cuenta de múltiples pasajes del cuerpo a la palabra que Inés ha venido
realizando.
El recorrido, durante el
tratamiento, se inicia con sus fonemas (especialmente vocales), onomatopeyas (miau)
y el morfema “mam”, a los que pensamos como un lenguaje presentacional ligado a
la vivencia y no, a la representación. Un lenguaje inicial del “yo”, con la
hipótesis de que Inés lograba representaciones de objetos, pero carecía de
representaciones de sí. Al decir de Anzieu, la onomatopeya es “similitud”, pero
el lenguaje es distancia.
Vemos relacionados los
progresos de Inés en sus adquisiciones de la tercera dimensión, con los avances
de las funciones simbólicas, con el surgimiento de palabras ligadas al yo
corporal y a la simbolización de la ausencia.
Se comparte la idea
presente en varios autores (Sami Ali, Didier y Annie Anzieu, Garbarino y otros,
que también remiten a Piaget), que para poder hablar tienen que haberse
desarrollado de algún modo la imagen, la representación corporal y el esquema
del objeto permanente.
Los morfemas de Inés, en
este contexto de adquisiciones en las funciones de simbolización, podrían
tomarse como caminos hacia la palabra: “li: Inés”, y otros, como “Mae: Mary”, “iuá:
dibujá”.
En esta dirección vemos
el morfema “Mao: malo”, en nuestra hipótesis. Su surgimiento se produce en el
contexto de las fuertes ansiedades que le promueven a la niña sus exploraciones
ante el espejo que le muestra las diferentes dimensiones.
Vemos coincidente el
surgimiento del “Mao”, al espejo, en el momento en el que Inés está procesando
el distanciamiento de la imagen de sí, momento muy vulnerable en ella cuando la
imagen la lleva a sentir la pérdida de la tercera dimensión, le crea la
angustia del cuerpo plano y vuelve a plantearse la ansiedad de caída en el
vacío.
En cambio, su “l á” nos
sigue interrogando. ¿Apunta en ella a un contenido y entonces podríamos
considerarlo como un morfema con un significado a develar? ¿O este “l á” es
significante sin significado, pura presencia de sostén, cuando alguna vivencia
promueve en Inés la angustia de “no-Ser”?...
Desde el “mao” ha
transcurrido un período en que ella continúa haciendo progresos en la
simbolización sin que lo haya traducido en nuevas palabras.
La pregunta vuelve, pero
la hipótesis se amplía:
¿Por qué Inés no habla… en este momento?
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