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ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (58) - HÉCTOR GARBARINO

 

 1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996 

1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

 

VI. AUTISMO

 

DEL GRITO Y EL LLANTO INICIALES AL LENGUAJE HABLADO (*)

(Hipótesis para estos recorridos en Inés) (3)

 

MARÍA AURORA ANDRADE

 

La ausencia como presencia potencial

 

Con la continuidad de mi presencia y el ritmo de las dos sesiones semanales, la discontinuidad da paso al saludo.

 

La mano es señal. Mientras espera que le abra, Inés la apoya en el vidrio de la puerta. Del otro lado, le superpongo la mía.

 

Hay adentro y afuera, pero advierte que los límites permiten comunicarse. Y que es posible la despedida cuando empieza a comprender la alternancia de la presencia y ausencia.

 

Así la mano vuelve a ser señal cuando la agita al final de la sesión. Hasta que con su juego ella la sintetiza en palabra.

 

Mueve dos cochecitos a la vez, los separa al final del recorrido. Reitera: andar juntos y separarse. Cuando uno de los autitos cae de la mesa, me sorprendo porque ella sonríe y con gran energía dice su primer “Chau!”…

 

Quizás el objeto permanente que va instalándose se pueda pensar con un dibujo que Inés realizó en este contexto, motivado por un trocito de chocolate que había llevado a la sesión.

 

El mundo interno de la niña se ha enriquecido mucho. Le agrada mirar libros, sobre todo los que adquieren tercera dimensión cuando al mover trillas de cartón se elevan las figuras. Y vuelve el interés por los continentes y contenidos en un nuevo paso donde hay más noción de cuerpo en ella para afrontar las ansiedades que le genera el vaciamiento.

 

A veces Inés mueve la boca como si fuera a hablar pero no deja que el aire vibre en su garganta y salga en palabra sonora.

 

Quizás sienta que se vacía si lo hace. La complejidad del tema es grande e invita a la reflexión.

 

En la práctica, me resulta difícil en este tránsito mostrarle, frente a sus experiencias concretas con continentes y contenidos, que a ella no le va a pasar lo mismo que a los recipientes que a veces vacía con preocupación.

 

Ayudarla a percibir su respirar y los juegos con las canillas y el agua parecen contribuir a la comprensión, porque un día los padres me comunican que Inés ha comenzado a tener el control de su esfínter uretral.

 

Pero ella oscila entre la aspiración a constituir su cuerpo y su angustia por reconocer la existencia del otro. Su yo incipiente alterna…

 

¡Yo-otro” “Yo-Ser”. Cuando vuelve a las vivencias del Ser, el logro se escapa entre límites abiertos que la alivian. Es que el otro, adulto, terapeuta, la confronta a la pérdida dolorosa del orden cósmico que ella reencontró cuando fallaron las identificaciones primarias.

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