por Felipe Retamal y Pablo Retamal N.
Con la
idea de recuperar el espíritu artesanal de su trabajo, los de Liverpool
encararon su último álbum con mejor disposición de lo que venían trabajando. La
inclusión del sintetizador moog, un gran medley para la cara B y la impronta de
George Harrison como compositor, destacaron en la obra que acabó como la pieza
de despedida del grupo.
John Lennon no podía entenderlo. Seguro pensaba que los días de
sofisticado y cuidado trabajo realizado durante las sesiones de Sgt.
Pepper's lonely hearts club band (1967) habían quedado en el pasado.
Lo suyo, eran canciones simples de rock and roll y el avant garde en el que se
había embarcado junto a su esposa, Yoko Ono. Ya se había olvidado de volver a
crear canciones tan elaboradas como "Strawberry fields forever". Por
eso, parado en la sala de control frente a George Martin y Paul McCartney
expresó sus dudas frente a lo que le estaban planteando. Un medley que ocupara
una cara completa del álbum en que estaban trabajando.
Diplomático hasta la médula, Martin le respondió que estaban intentando
pensar en plan sinfónico. Mas, el guitarrista aún dudaba. Sonaba extraño, a uno
de sus inventos raros que a esas alturas no le convencían. Sin embargo, cuando
Paul lo invitó a incluir alguna canción suya, la cosa pareció cuajar. Lennon
aceptó y el trato se selló.
El disco en que estaban trabajando en los estudios EMI terminó por
llamarse Abbey Road, en honor a la calle donde se ubica -hasta hoy-
el lugar. Lanzado el 26 de septiembre de 1969, en este largaduración, y a
diferencia del diseño crudo con que trabajaron el White album (1968)
y las sesiones de enero de ese año que terminaron convirtiéndose en Let
it be, los Beatles retomaron la faceta de realizar un disco de manera
cuidadosa, “artesanal” de cierta manera. Tomarse el tiempo para poner cada
elemento en su lugar.
"Yo creo que es un disco que pudo recoger lo mejor de cada uno de
los integrantes, en términos de composición. Que de alguna manera los pilló en
un descanso post trauma de lo que había sido Let it Be, por tanto
de alguna forma no querían que eso se repitiera y eso ayudó en la química y
cómo fluyó todo", explica a Culto el director de Radio Futuro, Rainiero
Guerrero. "Es un disco que en términos de tecnología se grabó un poquito
mejor, ya los estudios de ocho pistas estaban instalados, los instrumentos eran
mejores, los amplificadores también eran de mejor calidad, hay un sonido más
grande de los Beatles, en general".
Hacer las cosas
como antes
George Martin pasaba los días al mando de su flamante compañía, AIR
(Associated Independent Recording). Las horas avanzaban mientras revisaba
documentos, escribía memos, daba instrucciones, hasta que recibió una llamada.
Era Paul McCartney, quien le traía un particular ofrecimiento.
Por esas semanas, de febrero de 1969, no solo el invierno era más frío
que el anterior, sino que el histórico productor se encontraba algo apenado
pues sentía que las turbulentas sesiones del mes pasado (que finalmente terminó
siendo Let it be) habían significado el final del cuarteto de
Liverpool, con el que venía trabajando desde sus inicios y con el que se había
anotado importantes logros musicales.
Empero, la llamada del compositor de "Hey Jude" le traía una
propuesta concreta: "trabajar como lo hacíamos antes". McCartney
había logrado convencer al resto del grupo de volver al estudio para intentar
sacar adelante un álbum sin los malos rollos ni el mal ambiente con el que se
desarrollaron las sesiones del White álbum ni las del mes
anterior. Martin preguntó: “¿John también está de acuerdo?”, ante la respuesta
afirmativa de Paul, el productor contestó: “Si el álbum va hacerse como antes,
entonces todos tendrán que ser como lo eran antes”, haciendo una alusión al
duro ambiente en el que venían trabajando. El bajista dio su palabra que así
sería, y se pusieron manos a la obra.
El productor tenía sus razones. Las sesiones del White álbum y
las de Let it be habían estado particularmente tensas. Nadie
quería alojar en sus guerrillas, por lo que el ambiente laboral se volvió irrespirable.
George Harrison había renunciado al grupo tras una fuerte discusión con
McCartney, y costó trabajo hacer que volviera al grupo.
Así, a mediados de 1969 y con la idea de "hacer todo como
antes", comenzaron las sesiones. Como ingenieros de grabación fueron
reclutados dos conocidos del conjunto: Geoff Emerick y Phil McDonald (quien
posteriormente trabajaría en varios de los discos solistas de John Lennon).
Ambos eran muy amigos y establecieron un sistema de rotación, por lo que se
fueron turnando para asistir a las sesiones. Pese a todo, los Beatles seguían
tocando en un gran nivel. Eso nunca aflojó. En un minuto, el ingeniero Geoff Emerick
le comentó a George Martin que el álbum sonaba "como en los viejos
tiempos".
-Tienes razón. Nunca dirías que ninguno de los cuatro soporta a los
demás- contestó Martin en plan sarcástico.
Mi primer Moog
George Harrison no se conformaba solo con tocar la guitarra. Siempre
propició incluir innovaciones instrumentales en los discos de los Beatles.
Desde el sitar de "Norwegian Wood" en Rubber soul (1965),
la tamboura de "Tomorrow never knows" en Revolver (1966)
o el swarmandal en "Strawberry fields forever" (1967). Esta vez no
sería la excepción, el guitarrista introdujo para las sesiones del nuevo disco
un chiche electrónico, el sintetizador Moog.
"Oí hablar por primera vez del Moog en América. El mío me lo
fabricaron especialmente para mí, porque el señor Moog acababa de inventarlo.
Era enorme, con cientos de conexiones y dos teclados. Pero tener uno era una
cosa y hacerlo funcionar otra. No había ningún manual de instrucciones, y
aunque hubiera existido probablemente habría tenido dos mil páginas. Creo que
ni siquiera el señor Moog sabía cómo sacar música de la máquina, y que para él
era algo más técnico", explica George Harrison en The Beatles
Anthology.
El aparato no era simple. Venía embalado en ocho grandes cajas debido a
su tamaño, lo cual no le gustó nada al roadie Mal Evans, quien debió cargar con
el voluminoso trasto. "Era un imponente objeto de color negro y del tamaño
de un armario, repleto de botones, interruptores y cables", cuenta Geoff
Emerick en su autobiografía El sonido de los Beatles (Indicios,
2011).
En concreto, ¿qué era el Moog? Responde el ingeniero de grabación y
locutor en radio Sonar, Hernán Rojas: “El sintetizador Moog fue uno de los
sintetizadores para venta comercial que se creó. Digo comercial porque antes se
usaban en las facultades y en las escuelas de manera muy experimental. Cuando
sale el Moog, está disponible para que los músicos lo ocupen. En esa época
había salido un disco que es parte de la banda sonora de La naranja mecánica y
ahí se puso de moda el Moog. Este sintetizador lo arma Robert Moog y es del
tamaño de un refrigerador de mediano tamaño, donde básicamente había que ser
ingeniero para entenderlo y hacerlo sonar porque tenía osciladores,
resonadores, filtros, amplificadores de voltaje, mezcladores, rythm modulation
y una serie de otras cuestiones. Por lo tanto, lograr el sonido que uno quería
no era fácil”.
Rojas explica que pese a lo complejo del aparato, los Fab four lograron
sacarle provecho. “No lo usan solo como un instrumento musical, para hacer
notas, sino también como efectos, como el viento en ‘I want you (She’s so
heavy)’ de la mitad para adelante. El Moog le da un carácter muy especial, pero,
a diferencia de lo que ocurriría después con el rock progresivo y otras bandas
británicas, ellos lo utilizan como un color más en esta paleta sonora y nunca
se nota tanto, de hecho, si tu no le pones oído no se nota que hay un Moog,
pero si uno se concentra un poco se da cuenta que el arreglo sí está y le da
ese sonido especial al álbum. En el medley del lado dos también hay mucho uso
del Moog”, explica Rojas.
Emerick en su citado libro narra los problemas que tuvieron para hacerlo
sonar, debido a su complejidad. “Tardamos siglos en montarlo y conseguir que
sacara un solo sonido. Harrison disfrutaba jugueteando con los botones. No
tengo ni idea si sabía lo que estaba haciendo, pero lo pasaba en grande”. Al
respecto, John Lennon agrega en el Antologhy: "Usamos el
sintetizador Moog en el final de 'I want you'. Esa máquina puede crear toda
clase de sonidos en todas las frecuencias, así que si eres un perro puedes oir
mucho más. Es como un robot. George sabe manejarlo un poco, pero necesitarías
toda una vida para aprender las variaciones. George tiene uno. Lo usó en el LP
de Billy Preston, y también hizo el solo en 'Because' y creo que también se usó
en 'Maxwell'. Sale de vez en cuando en el álbum".
En efecto, Lennon no tardó en descubrir el potencial del aparato. Tras
pasar varias tardes manipulando los cables y las perillas junto a George, se
dieron cuenta que también podían extraerle el llamado "ruido blanco",
una señal que contiene todas las frecuencias a la misma potencia. La incluyeron
en la parte final de "I want you (she's so heavy)". "Quiero que
el ruido blanco lo invada todo y acabe borrando totalmente la música", le
pidió a un atónito Geoff Emerick. Luego le ordenó que el final del tema fuese
abrupto. "En aquel momento pensé que se había vuelto loco, pero debido al
factor sorpresa terminó siendo un arreglo increíblemente efectivo",
confesó el ingeniero años después.
Pero ese no fue el único cambio sonoro que tuvo el largaduración. En el
estudio se acababa de cambiar la mesa de mezclas, pasando de circuito de
válvulas en lugar de transistor. ¿Resultado? Todo sonaba menos potente. "A
George Harrison le costó mucho acostumbrarse a que el sonido de guitarra
tuviera menos cuerpo, y Ringo tenía razón al estar preocupado por el sonido de
batería, pues estaba tocando tan fuerte como siempre, pero no se escuchaba el
mismo impacto", cuenta Geoff Emerick en su autobiografía.
Sin embargo, no había mucho más que hacer, y se decidió sencillamente
seguir adelante con la grabación del álbum. Este cambio de tecnología era algo
que en los estudios EMI hacían debido a sus propias necesidades, así lo explica
Hernán Rojas. "Lo que pasa es que entre todas las gracias que tenía Abbey
Road, o estudios EMI como se llamaba originalmente, es que tenían sus propios
ingenieros, no de grabación, sino ingenieros electrónicos que diseñaban equipos
y que fabricaban cosas customizadas a pedido de lo que se necesitaba en el
estudio, pero en general, eran bastante conservadores por las reglas que
existían en EMI sobre cómo se grababa".
Sin embargo, para Rojas este cambio fue algo beneficioso. "En
general, las técnicas de grabación estaban adecuadas para música clásica,
música de comedia, otros tipos, y entonces, Abbey Road estaba muy detrás de
otros estudios. Ese paso hacia adelante fue fundamental, obviamente, para el
sonido del disco, pero también cuando se hace algo así es porque la tecnología
está probada. En el fondo, no van a instalar una consola o una grabadora de más
pistas antes de que esté probada".
Hacer la
cimarra
Abbey Road vio florecer a George Harrison, no solo con la adquisición del
sintetizador Moog, sino además como compositor. Sus canciones estaban ya a la
altura de las de Lennon y McCartney y lo sabía. "Something" fue
escogida como lado A del single promocional del álbum. Sin embargo, no es la
única de su autoría en el set. También es “Here comes the sun”. Una balada
optimista que refleja un día feliz de su autor. Ocurrió un día de 1968, cuando
Harrison decidió -cual colegial- “hacer la cimarra” y no ir a las oficinas de
Apple, que por entonces era la empresa que los Beatles habían creado para
autogestionar su carrera. Harrison prefirió pasar a visitar a su amigo Eric
Clapton en vez de enfrentar una aburrida jornada de firmar y revisar papeles, poner
timbres, firmar documentos, tomar café, seguir revisando papeles...
El día estaba soleado y ambos guitarristas pasearon con sendas guitarras
colgadas por el jardín de la casa del hombre de Cream. Ahí George comenzó a
esbozar la canción. Aquí viene el sol, todo puede ser mejor. Optimismo puro. La
vida no es solo timbrar papeles. "El alivio de no tener que ir y verles la
cara a todos esos contadores estúpidos fue maravilloso. Caminé por el jardín
con una de las guitarras de Eric y escribí la canción".
George se hizo cargo de las guitarras,
el armonio y la voz principal. McCartney el bajo, palmas y coros, Ringo en la
batería, ¿Lennon? No participó debido a que el tema se trabajó durante la
primera semana de las sesiones, cuando él estaba ausente. Harrison sabía que
era una buena composición, y al igual que en "Something" aprovechó de
cobrar cuentas pendientes con Paul, así que no escondió su resentimiento hacia
la tendencia del bajista de decirle qué era lo que tenía que hacer. El
guitarrista se hizo valer, dio él las instrucciones para la canción y si algo
no lo convencía, no lo convencía. "En un momento dado Paul estaba
sugiriendo que añadieran un arreglo a 'Here comes the sun' y Harrison lo
interrumpió con brusquedad: 'No, creo que la canción está bien tal como está'.
Ante la insistencia de Paul, Harrison le cortó con un simple 'mira, no tengo
por qué escucharte'", cuenta Geoff Emerick en su autobiografía. Pero
además, en ese tema está presente el sintetizador Moog, tocado por el propio
George. "Va haciendo un contracanto, va haciendo como un canon, se empieza
a notar más hacia el final, hace un sonido como de flauta y le va contestando
la guitarra", señala Hernán Rojas.
“The Big One”
En el libro Los Beatles, en el final (Planeta, 2017) de
Sergio Marchi y Fernando Blanco, George Martin desarrolla el concepto de que en
el fondo, debido al espíritu de realizar las cosas de manera cuidada, Abbey
Road se trató de un Sgt. Pepper parte dos. "Con
Paul intentamos volver al viejo estilo Pepper de crear algo
realmente valioso, y concebimos esa larga suite. John objetó mucho de lo que
hicimos en ese lado dos, que prácticamente somos Paul y yo, con contribuciones
de los demás". Dentro de esas ideas meticulosas, a Paul se le ocurrió hacer
que el lado B fuese un gran popurrí de pedazos de canciones colocadas unas con
otras de manera continua. Un medley. Eso se decidió así desde el comienzo.
"Fue una solución magnífica porque así aprovechábamos debidamente diez o
doce canciones inacabadas", cuenta el creador de "Yesterday" en
el libro The Beatles Anthology.
"No tenemos ideas preestablecidas. Para mí, un álbum es un montón
de discos que no puedes tener, y prefiero los singles. Creo que Paul tiene
ciertas ideas sobre los álbumes, o intenta tenerlas, como cuando concebió lo de
aquella sección. Esas cosas no me interesan. Lo único que me interesa es el
sonido. Me gusta que sea lo que en ese momento ocurriera. Convertir el álbum en
un espectáculo nunca me ha interesado. Si por mí fuera, me limitaría a meter
catorce rocks", explica Lennon en el Anthology justificando
su aprensión.
Para referirse al medley hablaban de "The big one". Y las
primeras canciones pensadas para esa acuarela sonora que grabaron fueron
"Golden slumbers" y "Carry that weight", las cuales fueron
unidas desde el primer minuto. También durante las primeras sesiones Paul grabó
"Her majesty", la canción que terminó siendo la última del mosaico.
Hasta ese momento, solo canciones de Paul estaban ocupando el medley, ¿y
Lennon? Si bien la banda había adquirido como costumbre iniciar todas las
grabaciones de sus LP's registrando un tema del compositor de
"Help!", este no apareció. Resulta que había tenido un accidente de
tránsito en Escocia, junto a su esposa Yoko Ono y los niños Kyoko y Julian
Lennon. Perdió el control del coche y el auto se fue hacia una zanja junto al
asfalto. John, Kyoko y Yoko sufrieron cortes faciales, pero además la artista
japonesa se golpeó la espalda. Solo Julian resultó ileso, aunque conmocionado.
John, que recibió puntos en la cara, se ausentó durante la primera semana de
trabajo.
Pero cuando volvió al estudio, Lennon no lo hizo solo. Yoko, cuya
presencia disgustaba al resto de los integrantes desde que empezara a aparecer
en las sesiones del White album, lo acompañó. Debido a las
molestias de su espalda, Yoko fue instalada en una cama a un costado de la sala
de grabación. Sí, una cama en el estudio. Además, Lennon pidió que se pusiera
un micrófono encima para poder oírla. Según consigna el libro The
Beatles, the biography, del periodista Bob Spitz, Yoko se encontraba
embarazada, por lo que era otro motivo para que el compositor de
"Strawberry fields forever" quisiera estar siempre con ella. Ahí se
encontró con la idea del medley, a la que se sumó a regañadientes. Para la pieza, McCartney compuso "You never
give me your money", "She came in through the bathroom window",
"Golden slumbers", "Carry that weight" y "The
End". Por su parte, Lennon aportó con "Because", "Sun
king", "Mean Mr. Mustard" y "Polythene Pam".
Para el oyente atento, "Her majesty" comienza con una nota
atronadora. Eso fue derechamente un accidente. Originalmente, el tema iba a
estar ubicado entre "Mean Mr. Mustard" y "Polythene Pam",
sin embargo, a Paul no le pareció y pidió que se editara. El encargo recayó en
el ingeniero auxiliar, un joven John Kurlander (el mismo tras la premiada banda
sonora de El señor de los anillos) y esto fue lo que pasó, contado
por Geoff Emerick.
“Las habilidades de John en este aspecto no eran todavía demasiado
notables, y por accidente hizo el corte un compás demasiado pronto, sobre la
última y estruendosa nota de ‘Mean Mr. Mustard’”. McCartney no le dio mucha
importancia, no lo pensó como una toma definitiva. Kurlander, siguiendo las
instrucciones estrictas de EMI, no desechó la edición mal hecha y la enganchó
al final del montaje de prueba. Sin embargo, al oír cómo quedaba al final del
medley, a Paul le fascinó el resultado, y pidió que “Her majesty” cerrara el
álbum tras un intervalo de veinte segundos tras “The end”.
Para el periodista y bajista de Matorral, Gonzalo Planet, el medley es
su momento favorito del disco. "Es una suite que comprime participaciones
magistrales de cada integrante, de una gran carga simbólica también en música y
letras. Definitivamente un gran cierre". "El medley del lado B es
brutal con ese cierre majestuoso con 'The end'- afirma Rainiero Guerrero- es un
disco demasiado emblemático en su carrera, ese cierre se van tan bien reflejado
en ese medley final, casi que conscientemente ellos dijeron 'nos vamos a
despedir en grande'. Se sabe que no fue así, pero todo suena tan en esa forma
que es casi paradojal de cómo fue ese final".
Los pistoleros
Paul McCartney le sugirió a Ringo que grabara un solo al final del
popurrí, cosa que al batero no lo convencía. A Richard Starkey, a diferencia de
muchos de sus colegas coterráneos (como los majestuosos Keith Moon, Ginger
Baker o John Bonham), nunca le gustó hacer un solo de batería. "Entonces,
haz una muestra de solo", le dijo el bajista, y así acabó convenciéndolo.
Sería el único solo de batería de Ringo en toda la carrera de los Beatles.
Sin embargo, su realización no fue fácil. El baterista no tenía muy
claro qué es lo que tenía que tocar, por lo que estuvo largo rato divagando
entre una idea u otra. Eso hizo que cada toma que se registró fuera distinta.
Finalmente, se registró un largo solo y que fue editado por Geoff Emerick con
ayuda de George Martin y Paul. Ese es el que se puede escuchar hasta hoy. Este
solo fue ubicado en la canción "The End". La primera parte tiene una
estrofa cantada por Paul y lleva al solo de Ringo, la segunda, una breve
canción de John Lennon que contiene la emotiva línea "And in the end/ the
love you take/ is equal to the love you make". Entre medio de ambas, Paul
había decidido dejar varios compases libres con la idea de "ya se nos
ocurrirá algo", tal como en su momento se hizo en las sesiones de Sgt.
Pepper (el ejemplo más patente fue "A day in the life").
Ringo y la historia de
Octopus’s garden: cuando quería vivir bajo el mar
Para llenar esos compases, hubo una reunión en la sala de control.
George Harrison propuso que un solo de guitarra ocupara ese lugar. Inquieto,
Lennon aprobó la idea pero, medio en broma, medio en serio, pidió tocarlo él.
Siendo el guitarra rítmico del cuarteto, siempre quería probar algún solo, sin
tener la destreza técnica de Paul o de George. Sin embargo, propuso algo audaz:
tocar los tres el solo. McCartney, siempre competitivo, no solo se plegó sino
que propuso que lo tocaran los tres en directo.
La idea era algo que en la época se estaba empezando a probar. "Es
uno de los rangos distintivos que estaban definiendo en rock de 1969, y cuya
tendencia se acentuaría más con el advenimiento del rock sureño, a cargo de
bandas con tres guitarristas como Allman Brothers, Lynyrd Skynyrd y
otros", señalan Marchi y Blanco en su libro citado. Emerick hizo que el
roadie Mal Evans pusiera los tres amplificadores en línea. Lo siguiente fue
sortear el orden en que intervendrían. Paul anunció que iba a tocar el primer
solo, y como era su canción, nadie se lo discutió. Siempre rápido, Lennon
contragolpeó y tomó el pedazo final, así que a Harrison, como aquel que no
eligen a la hora de formar equipos para las pichangas, no le quedó más que
aceptar la parte del medio. La menos glamorosa, pero no por eso menos
importante.
El ingeniero quería crear un sonido diferente para cada uno, de manera
que se notara que habían tres guitarristas. Cada beatle usó una guitarra
diferente con un amplificador diferente. Según el encargado del sonido,
parecían Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach en el duelo final para
quedarse con la alforja con oro en El bueno, el malo y el feo.
"Me recordaban a unos pistoleros, con las guitarras colgadas, la seguridad
de acero en sus miradas, decididos a superarse el uno al otro. Y sin embargo,
no había ninguna animosidad, ningún tipo de tensión, se notaba que simplemente
se divertían".
“And in the end, the love you take is equal to the
love you make”
Tras lanzar el disco, los Beatles comenzaron a divagar acerca de su
futuro. Una reciente revelación del escritor e historiador Beatle, Mark
Lewisohn a The Guardian, da a entender que el grupo discutió planes a futuro,
incluso con una posible cuota de canciones. Pero ello no propseró. En
septiembre, Lennon nuevamente tomó un avión a Canadá para participar en el
Festival Rock and Roll Revival junto a su Plastic Ono Band. Cada quien
comenzaba a trazar su propio camino.
Lo cierto, es que si bien no planearon a Abbey Road como
su obra final, es claro que en ese momento, los de Liverpool estaban hastiados.
"En aquella época no sabía que era el último disco de The Beatles que
haríamos, pero la sensación era que estábamos llegando al final", recuerda
George Harrison en la Antología.
"El grupo había empezado como una especie de vehículo para hacer
muchas cosas cuando éramos más jóvenes -agrega George- pero había llegado a un
punto en que nos estaba ahogando. Había demasiadas restricciones (...) Había
dejado de ser divertido y llegó el momento de salir al exterior. Era como una
camisa de fuerza".
"Para mí, Abbey Road constituye el mejor final
posible para los Beatles -afirma Gonzalo Planet-. Sólido, me encanta la
contundencia de las canciones y las soberbias interpretaciones instrumentales y
vocales. Mucho se ha dicho de lo aparentemente consciente que estaba el grupo
en concretar su último esfuerzo conjunto, pero lo cierto es que hay decisiones
entrañables, como finalizar con un tema llamado 'The End' donde McCartney,
Harrison y Lennon se turnan los solos de guitarra tras los redobles de Ringo.
Escuchar atentamente el álbum revela además los caminos individuales de cada
integrante como prueba de un quiebre inevitable".
Magic Alex: el mago sin conejo
en la corte de los Beatles
"Es un disco soberbio -comenta Rainiero Guerrero-. Personalmente,
es mi disco favorito de los Beatles, es el que considero perfecto de principio
a fin, que tiene un lado A, de canciones, y el B con este gran medley que le da
toda esta cosa media conceptual a un disco que no es conceptual, pero que da
esa sensación. Yo crecí pensando que este era un disco conceptual, de que
hablaba de algo, pero era solamente por la forma que tenía y que yo siento que
en The Dark Side of the Moon, se repite de forma muy parecida: un
lado A de canciones y un lado B de una gran canción. Creo que en atmósferas
musicales esos dos discos se parecen mucho. Los dos están grabados en Abbey
Road, los dos tienen la colaboración de Alan Parsons, que por ese entonces
en el disco de los Beatles era recién ingeniero asistente".
Tras el lanzamiento del álbum, los Beatles realizaron una sesión de
fotos en Tittenhurst, la mansión de John Lennon. En las instantáneas lucen
mustios, parcos. Nadie parece feliz. De alguna manera sabían que el sueño se
terminaba. “Yo formé el grupo y yo lo disolví -comenta el autor de “Help!” en
la Antología-. Así de sencillo”.
(LA TERCERA / 27-9-2019)
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