EL HÉROE COMO TOTALIDAD
DE SENTIDO
Acto, confesión,
autobiografía, héroe lírico, biografía, situación, carácter, tipo, personaje,
hagiografía. (3)
Esta lucha con la posible
postura valorativa del otro plantea de un modo especial el problema de la forma
externa de la confesión-rendimiento de cuentas; aquí es inevitable, el
conflicto con la forma y con el mismo lenguaje de la expresión, los cuales, por
una parte, son necesarios y, por otra, por principio inadecuados, porque contienen
momentos estéticos fundamentales en la conciencia valorativa del otro (raíces
de la locura como forma de negación básica del significado de la forma de la
expresión). La confesión-rendimiento de cuentas no puede ser concluida por
principio, porque para ella no existen momentos conclusivos que le sean
transgredientes; incluso si estos forman parte del plano de la conciencia de la
confesión, en todo caso carecen de su significado valorativo positivo, esto es,
de sus fuerzas conclusivas y pacificadoras; todo aquello que ya se definió y se
formó, se definió mal y se formó indignamente; no hay valor estéticamente significativo.
Ni un solo reflejo con respecto a uno mismo me puede concluir por completo puesto
que, siendo inmanente a mi conciencia unitaria y responsable, este reflejo se
vuelve factor valorativo y semántico del desarrollo posterior de esta
conciencia; mi propia palabra acerca de mí mismo en un principio no puede ser
la última, la que me concluya; mi palabra para mí mismo es mi acto, y este sólo
está vivo en el único y unitario acontecimiento del ser; es por eso que ningún
acto puede concluir la vida propia porque vincula la vida con la abierta
infinitud del acontecimiento del ser. La confesión-rendimiento de cuentas es precisamente
el acto de la no-coincidencia fundamental y actual con uno mismo (no hay fuerza
extrapuesta que pueda realizar esta coincidencia que es postura valorativa del
otro), de la pura transgresión valorativa de uno mismo desde el interior de
uno, de un final justificado y ajeno; es acto que no conoce este final
justificado. Paulatinamente supera todas aquellas fuerzas valorativas que
podrían obligarme a coincidir conmigo mismo, y esta superación misma no puede
realizarse, acabar justificadamente y estar en paz. Sin embargo, esta
intranquilidad y la inconclusión en sí son solamente un aspecto de la confesión-rendimiento
de cuentas, sólo uno de los límites a los que tiende en su desarrollo concreto.
La negación de una justificación que provenga de este mundo se transforma en necesidad
de una justificación religiosa; necesita un perdón y una expiación como un don
absolutamente puro (que no corresponde a sus méritos), necesita un
favor y una bienaventuranza que lleguen del más allá. Esta justificación no es
inmanente a la confesión, sino que está fuera de sus límites en un futuro no
predeterminado y riesgoso del acontecer real, como un cumplimiento real de un
ruego y una súplica que depende de la voluntad ajena, se ubica fuera de las fronteras
de la misma súplica, la trasciende; el ruego y la súplica permanecen abiertos,
inconclusos, parecen interrumpirse frente al futuro predeterminado del
acontecer. Es el momento netamente confesional del género. Un rendimiento de
cuentas puro, o sea la orientación valorativa solamente hacia uno mismo en una
soledad absoluta, es imposible; es el límite equilibrado por otro límite que es
la confesión, o sea la súplica dirigida fuera de uno, a Dios. Los tonos de
súplica y de oración se mezclan con los tonos penitentes del rendimiento de
cuentas.
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