LSD en la experimentación animal y en la investigación biológica (1)
Tras el descubrimiento de sus insólitos efectos psíquicos, la sustancia
LSD-25, que cinco años antes, después de unas primeras pruebas en experimentos
animales, había sido excluida de una investigación ulterior, fue reincluida en
la serie de preparados medicinales experimentales. La mayoría de los ensayos
fundamentales con animales los realizó, en la sección farmacológica de Sandoz,
dirigida por Rothlin, el Dr. Aurelio Cerletti, a quien debe considerarse el
pionero de la investigación farmacológica del LSD.
Antes de que pueda experimentarse una nueva sustancia activa en ensayos
clínicos sistemáticos aplicados al hombre, hay que averiguar, mediante pruebas
farmacológicas, datos detallados sobre sus efectos principales y secundarios,
su absorción en el organismo, su excreción y, sobre todo, su tolerancia,
respectivamente su toxicidad, en la experimentación animal.
Aquí sólo se comentarán los hallazgos más importantes y comprensibles
también para el lego en medicina obtenidos en los experimentos animales. Excedería
con mucho el marco de este libro mencionar todos los resultados de los muchos
centenares de investigaciones farmacológicas que se realizaron en todo el mundo
a continuación de los trabajos sobre el LSD de los Laboratorios Sandoz.
Los experimentos animales no informan mucho acerca de las modificaciones
psíquicas ocasionadas por el LSD, porque estas casi no se pueden comprobar en
los animales inferiores y en modo restringido en los más evolucionados. El LSD
desplegaba sus efectos sobre todo en el dominio de las funciones psíquicas y
espirituales superiores y en las más altas de todas. Así es comprensible que
puedan esperarse reacciones específicas al LSD en animales superiores. No
pueden comprobarse cambios psíquicos sutiles en el animal, pues, aunque se
hayan producido, el animal no puede expresarlos. Sólo pueden reconocerse
perturbaciones psíquicas relativamente masivas, que se expresan en una conducta
distinta del animal de experimentación. Para ello hacen falta dosis que también
en animales superiores, como gatos, perros y monos, son muy superiores a la
dosis de LSD activa en el hombre.
Mientras que en el ratón sólo pueden comprobarse perturbaciones en la
motilidad y cambios en la conducta de lamido, en el gato, además de síntomas
vegetativos, como pelos erizados y la presencia de alucinaciones. Los animales
miran fijamente y atemorizados, y contrariamente al proverbio (alemán) de que “el
gato nunca deja de cazar ratones”, no sólo deja de hacerlo sino que hasta les
teme. También en perros sometidos al LSD es de suponer que se producen
alucinaciones. Muy sensible es la reacción de una comunidad de chimpancés en
una jaula cuando un miembro de la familia toma LSD. Aunque en el propio animal
no pueden comprobarse cambios, toda la jaula se alborota, porque el chimpancé
con LSD aparentemente deja de cumplir con precisión las leyes del muy sutil
orden jerárquico familiar. Entre las especies animales extravagantes en las que
se probó el LSD citemos únicamente los peces de colores y las arañas. En los
peces de acuario se observan extrañas posiciones de natación, y en las arañas
se pueden comprobar cambios provocados por el LSD en la construcción de la
telaraña. Con dosis óptimas muy bajas las telarañas se construyen aun más
regulares y exactas que las normales; pero con dosis más altas, las arañas
tejen mal y rudimentariamente.
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