miércoles

SAN JUAN DE LA CRUZ - LLAMA DE AMOR VIVA (161)

 CANCIÓN TERCERA (10)



¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!


DECLARACIÓN


22 / Es, pues, profunda la capacidad de estas cavernas, porque lo que en ellas puede caber, que es Dios, es profundo de infinita bondad; y así será en cierta manera su capacidad infinita, y así su sed es infinita, su hambre también es profunda e infinita, su deshacimiento y pena es muerte definitiva. Que, aunque no se padece tan intensamente como en la otra vida, pero padécese una viva imagen de aquella privación infinita, por estar el alma en plena disposición para recibir su lleno. Aunque este penar es a otro temple, porque es en los senos del amor de la voluntad, que no es el que alivia la pena, pues, cuanto mayor es el amor, es tanto más impaciente por la posesión de su Dios, a quien espera por momentos de intensa codicia.


23 / Pero, ¡válgame Dios!, pues que es verdad que, cuando el alma desea a Dios con entera verdad, tiene ya al que ama, como dice San Gregorio sobre San Juan: ¿cómo pena por lo que ya tiene? Porque en el deseo que dice San Pedro tienen los ángeles de ver al Hijo de Dios (1.ª 1,12), no hay alguna pena o ansia, porque ya le poseen; y así parece que, si el alma cuanto más desea a Dios más le posee -y la posesión de Dios da deleite y hartura al alma, como los ángeles, que, estando cumpliendo su deseo en la posesión, se deleitan, estando siempre hartando su alma con el apetito, sin fastidio de hartura, por lo cual, porque no hay fastidio, siempre desean, y porque hay posesión, no penan-, tanto más de hartura y deleite había el alma de sentir aquí en este deseo, cuanto mayor es el deseo, pues tanto más tiene a Dios, y no da dolor y pena.

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