EL TEATRO INMEDIATO (22)
Un auténtico ejemplo de
necesaria asistencia al teatro es una sesión de psicodrama en un sanatorio
mental. Examinemos las condiciones que se dan en este caso. Existe una pequeña
comunidad que lleva una vida monótona y regular. Para algunos enfermos, ciertos
días acaece un acontecimiento, algo desacostumbrado, algo para pensar en los
días siguientes, una sesión de drama. Al entrar en la sala donde va a
desarrollarse la sesión, saben que cualquier cosa que ocurra es diferente de lo
que sucede en los pabellones, en el jardín, en el cuarto de la televisión. Se
sientan en círculo. Al comienzo se mantienen con frecuencia en actitud sospechosa,
hostil, apartada. El doctor que dirige la sesión toma la iniciativa y solicita a
los pacientes que le propongan temas. Una vez hechas las sugerencias, se
discuten y lentamente surgen puntos que interesan a más de un enfermo, que se
convierten en puntos de contacto. La conversación se desarrolla penosamente
sobre estos temas y el doctor pasa en seguida a dramatizarlos. Cada uno de los
componentes del círculo tiene un papel, si bien esto no significa que todos
interpreten. Algunos dan un paso adelante en calidad de protagonistas, mientras
que otros prefieren permanecer sentados y observan, ya identificándose con el
protagonista o siguiendo sus acciones, distanciados y críticos. El conflicto
que se desarrolla es auténtico drama, ya que los pacientes que están de pie
hablan de temas compartidos por todos los presentes, y lo hacen de la única manera
que dichos temas puedan surgir. Tal vez rían, quizás lloren, tal vez no
reaccionen. Pero detrás de todo lo que ocurre, entre los llamados dementes, se
esconde una muy simple y cuerda base. Comparten el deseo de que los ayuden a
salir de su angustia, aunque no sepan cuál puede ser esa ayuda o qué forma es
capaz de adoptar. He de confesar que desconozco el valor del psicodrama como
tratamiento médico. Quizá su resultado no sea duradero. Pero lo que está fuera
de duda es el resultado inmediato. Al cabo de dos horas de comenzar la sesión
las relaciones entre los presentes se han modificado ligeramente, debido a la
experiencia en que se han sumido juntos. La conclusión es que algo está más animado,
algo fluye de manera más libre, se han establecido contactos embrionarios entre
almas que estaban selladas. No son exactamente los mismos al abandonar la sala
que cuando entraron. Aunque lo ocurrido haya sido fragmentariamente incómodo,
salen tan vigorizados como si la reunión hubiera transcurrido entre carcajadas.
No cabe hablar de optimismo ni de pesimismo, sino de que algunos participantes
están temporal y ligeramente más vivos. Tampoco importa que está sensación se
evapore al traspasar la puerta. La han experimentado y desearán volver. Verán
el psicodrama como un oasis en sus vidas.
Así es como entiendo un teatro necesario, es decir, como aquel en que entre actor y público sólo existe una diferencia práctica, no fundamental.
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