miércoles

PETER BROOK - EL ESPACIO VACÍO (69) Arte y técnica escénica

 EL TEATRO INMEDIATO (22)

  

Un auténtico ejemplo de necesaria asistencia al teatro es una sesión de psicodrama en un sanatorio mental. Examinemos las condiciones que se dan en este caso. Existe una pequeña comunidad que lleva una vida monótona y regular. Para algunos enfermos, ciertos días acaece un acontecimiento, algo desacostumbrado, algo para pensar en los días siguientes, una sesión de drama. Al entrar en la sala donde va a desarrollarse la sesión, saben que cualquier cosa que ocurra es diferente de lo que sucede en los pabellones, en el jardín, en el cuarto de la televisión. Se sientan en círculo. Al comienzo se mantienen con frecuencia en actitud sospechosa, hostil, apartada. El doctor que dirige la sesión toma la iniciativa y solicita a los pacientes que le propongan temas. Una vez hechas las sugerencias, se discuten y lentamente surgen puntos que interesan a más de un enfermo, que se convierten en puntos de contacto. La conversación se desarrolla penosamente sobre estos temas y el doctor pasa en seguida a dramatizarlos. Cada uno de los componentes del círculo tiene un papel, si bien esto no significa que todos interpreten. Algunos dan un paso adelante en calidad de protagonistas, mientras que otros prefieren permanecer sentados y observan, ya identificándose con el protagonista o siguiendo sus acciones, distanciados y críticos. El conflicto que se desarrolla es auténtico drama, ya que los pacientes que están de pie hablan de temas compartidos por todos los presentes, y lo hacen de la única manera que dichos temas puedan surgir. Tal vez rían, quizás lloren, tal vez no reaccionen. Pero detrás de todo lo que ocurre, entre los llamados dementes, se esconde una muy simple y cuerda base. Comparten el deseo de que los ayuden a salir de su angustia, aunque no sepan cuál puede ser esa ayuda o qué forma es capaz de adoptar. He de confesar que desconozco el valor del psicodrama como tratamiento médico. Quizá su resultado no sea duradero. Pero lo que está fuera de duda es el resultado inmediato. Al cabo de dos horas de comenzar la sesión las relaciones entre los presentes se han modificado ligeramente, debido a la experiencia en que se han sumido juntos. La conclusión es que algo está más animado, algo fluye de manera más libre, se han establecido contactos embrionarios entre almas que estaban selladas. No son exactamente los mismos al abandonar la sala que cuando entraron. Aunque lo ocurrido haya sido fragmentariamente incómodo, salen tan vigorizados como si la reunión hubiera transcurrido entre carcajadas. No cabe hablar de optimismo ni de pesimismo, sino de que algunos participantes están temporal y ligeramente más vivos. Tampoco importa que está sensación se evapore al traspasar la puerta. La han experimentado y desearán volver. Verán el psicodrama como un oasis en sus vidas.

 

Así es como entiendo un teatro necesario, es decir, como aquel en que entre actor y público sólo existe una diferencia práctica, no fundamental.

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