¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas
del sentido
que estaba oscuro y
ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a
su Querido!
DECLARACIÓN
7
/ ¿Quién dirá, pues, lo que sientes ¡oh dichosa alma!,
conociéndose así amada y con tal estimación engrandecida? Tu vientre, que
es tu voluntad, es, como el de la esposa, semejante al montón del
trigo que está cubierto y cercado de lirios (Cant, 7.2), porque, en esos
granos de pan de vida que tú justamente estás gustando, los lirios de las
virtudes que te cercan te están deleitando. Porque estas son las hijas del
rey que dice David que te deleitaron con la mirra y el ámbar y las demás
especies aromáticas (Ps, 44,9-10), porque las noticias que te comunica el Amado
de sus gracias y virtudes son sus hijas, en las cuales estás tú tan engolfada e
infundida, que eres también el pozo de las aguas vivas que corren con ímpetu
del monte Líbano (Cant. 4,15), que es Dios. En lo cual eres
maravillosamente letificada según toda la armonía de tu alma y aun de tu cuerpo,
hecha toda un paraíso de regadío divino, por que se cumpla también en ti el
dicho del salmo que dicde: El ímpetu del río letifica la ciudad de Dios (45,5).
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